Características invariantes La arquitectura inorgánica tuvo como sus máximos exponentes a F. L. Wright y Alvar Aalto.
Se ha hablado de organicismo con mucha anterioridad a Wright. Toda la crítica y la teórica de la arquitectura europea de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX está impregnada de organicismo. La arquitectura orgánica constituye un actitud cultural peculiar y autónoma, cuyos signos se manifiestan antes, durante y después del periodo racionalista.
La orgánica es una arquitectura como producto intuitivo, una arquitectura en la búsqueda de lo particular, que tiende a la forma múltiple. Es dinámica e independiente de la geometría elemental.
Es significativo que para hablara de arquitectura orgánica deba siempre tomarse como referencia el parámetro racional. Los arquitectos orgánicos sostienen así su tendencia, y tratan de poner en duda la tradición del pasado como la de lo moderno. Aparecen en la escena internacional culturas más jóvenes, como la americana y la escandinava.
La arquitectura orgánica actúa contra el modelo clásico y racional. Pero no lo hace en el plano lingüístico, porque la arquitectura orgánica, al rechazar todo tipo de clasificaciones, sistematizaciones, normas, no supo ofrecer un léxico ni una metodología operativa. Cuando la arquitectura orgánica se inserta en la crisis del racionalismo, al final de la segunda guerra mundial, propone una mayor libertad geométrica, la recuperación de los valores individuales y una modalidad de intervención urbana tan diferente de la ciudad del siglo XIX como de la racionalista, cuando señala el desarrollo regional como el único modo de resolver la congestión de la metrópolis. Desde el punto de vista lingüístico la arquitectura orgánica aparece más como una tendencia del gusto con formas libres, ángulos diferentes de 90º, variedad y riqueza de materiales, un naturalismo mimético, que como un código estilo.
Puede considerarse surgido con la revolución industrial, formando parte del sector de discrepancia que acompañó siempre al desarrollo tecnológico.
La contribución de Wright La cultura americana estuvo siempre influenciada por en espíritu orgánico.
A este línea se sitúan las obras de su primera época, las casas Winslow (1893), Hickok (1900), Willitts, la primera Praire House (1902), Roberts (1908), Robie (1909), las obras maestras es este género de la residencia unifamiliar. No es difícil de reconocer en estas obras las características del estilo: el sentido orgánico de expansión de la planta cruciforme, el acento en las líneas horizontales, la verticalidad de los elementos nodos, el uso de los materiales, la dinámica de las líneas, las pesadas cubiertas de protección, las chimeneas simbólicas, las texturas de los muros, aludiendo en el interior al espacio exterior. Concede mayor valor a la espacialidad de la arquitectura, entiende la elaboración desde el interior hacia el exterior, de la misma manera que lo hace el movimiento orgánico.
También tiene obras que se ubican en el protorracionalismo. El Larkin Building de Buffalo de 1904 y el Templo Unitario de Oak Park de 1906, edificios simétricos de rígida geometría, como exige una construcción para el trabajo, con la máxima articulación el segundo, como exige una iglesia. Pero este contacto de Wright con el protorracionalismo adquiere un acento especial. Esta visto el final de esta tendencia atascarse en las formas clasicistas al agotarse la inventiva, a tal punto que el pasaje al racionalismo se debió a los aportes de la vanguardia figurativa. Por el contrario, el protorracionalismo de Wright encuentra en sus propios términos arquitectónicos y lingüísticos la capacidad para liberarse del clasicismo.
Mientras que en Larkin predomina la invención tipológica, el gigantismo de la nave central, las aplicaciones técnicas de las instalaciones que posibilitan el funcionamiento de un edificio que encuentra todo resuelto en el interior. El Templo Unitario es la obra maestra que demuestra todo lo que podía obtenerse utilizando solo los recursos de arquitectura. Aquí, además de reunirse dos componentes principales del lenguaje de Wright, el sentido de la abstracción y la continuidad espacial, existe toda una gama de instrumentaciones arquitectónicas: la volumetría exterior, severa pero articulada, de ahí el sentido del bloque, la descomposición en el interior del volumen en planos, la articulación de estos en líneas, su posterior segmentación en ángulos, en trazos rítmicos, en juegos lineales, proporcionan un ritmo a las paredes, se convierten en elementos de decoración. Por estas razones, y por ser un edificio compacto y simétrico pero no clasicista, es un edificio de gran importancia para la investigación arquitectónica moderna.
A pesar de estas anticipaciones, la vanguardia figurativa europea no dejó de influir en el estilo de Wright. En los años treinta pueden reconocerse tres familias morfológicas en sus obras, las representadas por el rectángulo, por el triángulo y por el círculo, recuerdan en diversas formas el cubismo, el purismo, el neoplasticismo y el arte abstracto. La casa de la Cascada, construida entre 1936 y 1939, no se explica sin la intención de una geometría más pura y sin la intención de desarticular de manera programática y asimétrica los volúmenes y los espacios, exigencias que son el mayor aporte de las vanguardias figurativas a la arquitectura. Por otra parte, ni la configuración espacial y la inserción en el paisaje de esta casa habrían sido posibles sin el particular interés por la naturaleza, por las características de los materiales que fundamentan la poética orgánica. Esta obra maestra constituye el punto de mayor confluencia entre la tradición europea y la americana.
Al mismo periodo pertenece el conjunto de oficinas Johnson en Racine, Wisconsin, que marca un nuevo giro en el estilo de Wright: la adopción de una morfología de elementos curvilíneos y a la alusión de una dimensión utópica. Este edificio se relaciona con el edificio Larkin construido treinta años antes.
Wright realiza en el Racine uno de los espacios más libres e imprevistos de toda la arquitectura contemporánea, utilizando columnas con forma de hongo y un gran techo luminoso. Este edificio es el inicio de las obras desarrolladas sobre la morfología curvilínea, que representa otra de las contribuciones de Wright a la arquitectura orgánica.
A esta corriente también se asocia el Museo Guggenhein, construido entre 1946 y 1959. Por otra parte, esta familia morfológica de carácter curvilíneo representa el momento menos orgánico de la carrera de Wright. No es casual que estas obras presenten el uso monótono de un solo material.
Las formas curvilíneas de Wright carecen de fluidez, son rígidas, abstractas, preconcebidas. Se salvan por la fluidez espacial en su conjunto.
Es decididamente más orgánica la familia morfológica del triángulo que, con su arraigo al terreno, con el uso rico de materiales diversos, con sus estructuras compuestas, han dado lugar a obras que se insertan admirablemente en el paisaje, que reúnen esa síntesis de naturaleza y artificio. El edificio más emblemático de esta categoría es la casa estudio de Taliesin West, cerca de Phoenix, de 1938.
Resumiendo la aportación lingüística de la obra de Wright a la arquitectura orgánica, y con ella su activa crítica al racionalismo, y su contribución al Movimiento Moderno, podemos señalar:
• la creación tipológica de una arquitectura basada en la abstracción, que se inserta en la cultura del Einfuhlung
• la adhesión al protorracionalismo, pero desde un punto de vista anticlasicista
• la prefiguración de términos plásticos luego elaborados por la vanguardia figurativa
• utilizar los logros del racionalismo
• la utilización de una morfología planimétrica y espacial curvilínea
• la anticipación de la dimensión utópica en la arquitectura
• Wright crea un código individual y propio para poder articula sus admirables obras. Y en esta irrepetibilidad radica su mayor grandeza.
El aporte de Alvar Aalto Una de las principales características de la obra de Aalto es el carácter nacional de sus edificios, como en el pabellón finlandés de la Exposición de París de 1937 y el interior de la Feria Mundial de Nueva York de 1939.
Otra de las constantes de Aalto podría ser el del tipo morfológico, considerando aquellos rasgos que superando el rigor geométrico racionalista, lo convirtieron en un arquitecto orgánico, en un paralelo europeo de Wright. La villa Mairea (1938), la Baker House (1947) y la Casa de la Cultura de Helsinki (1955-58) comparten una libertad geométrica y una fluencia formal ajena a los racionalistas.
El uso de los materiales y su presencia expresiva, otro aporte a la arquitectura orgánica, representan otra constante del estilo de Aalto. La naturaleza de los materiales parece estar además en la base de su actividad de diseño. Pero Aalto utiliza los materiales tanto en su manera natural como materiales elaborados por la técnica industrial.
Una constante en su arquitectura es la presencia determinante del ambiente. Sus obras urbanísticas, que se inician con el complejo de Sunila.
Tanto la fabrica como el núcleo residencial de los empleados están concebidos en función del ambiente natural. Toda la urbanística de Aalto recoge un esquema análogo de relaciones entre centro de producción, zona residencial, formados en general por bosques y lagos, con independencia de la escala de la intervención.
Las obras de la arquitectura organica La casa Robie La casa Robie, construida por Wright en 1909 en Chicago, completa el ciclo de las obras conocidas como Praire Houses o casas de las praderas.
Resume muchos de los aspectos de las casas unifamiliares.
La característica más repetida de esta tipología es la tendencia a las líneas horizontales, acentuada por el uso de la cubierta con grandes faldones volados. La planta cruciforme parte del concepto de considerar la planta no como construida mediante una serie de espacios paralelepípedos, sino como un espacio articulado y continuo. Dispone la chimenea en el centro de la planta, y articula los ambientes en torno a este núcleo central.
El rasgo más destacado de esta casa es la de ser una villa urbana. No tiene planta en forma de cruz que se extiende entre la vegetación, sino una planta que se extiende a lo largo de una calle urbana. Consta de una planta baja, de un primer piso, y de n segundo que se desarrolla perpendicularmente al volumen formado por los dos anteriores. El valor de la obra proviene de aspectos particulares. La planta al nivel del terreno presenta un único núcleo central, con la chimenea rodeada por dos ambientes simétricos, el del billar y el de la sala de juego. Dos escaleras situadas en los lados opuestos lo unen al terreno, dos bow-windows se abren en los dos testeros. En el piso superior, este núcleo conserva inalterable sus características, pero intervienen aquí los demás elementos para convertir la planta en dinámica. A estas composiciones simétricas se adosan elementos que la convierten en asimétricas.
En síntesis, la casa Robie aparece como un organismo en el que tanto en el interior como en el exterior ha sufrido una profunda modificación: de un orden fijo y simétrico pasa a otro dinámico y original.
La casa de la Cascada Construida entre 1936 y 1939, es la obra más emblemática de toda la arquitectura orgánica. Se ubica en una ladera, justo al lado de una cascada. Debe observarse que los voladizos de la construcción no se extienden sobre una gran superficie de agua, sino que tratan de alcanzar idealmente la orilla, como si fuera un puente entre ambas márgenes. Esto muestra que se relaciona con la naturaleza sin violencia y sin buscar efectos vertiginosos.
Los tres pisos de la casa se van retranqueando progresivamente hacia el macizo rocoso, y por la forma de las plantas, de manera que las terrazas de cada uno resultan en su dimensión mayor perpendiculares a las del cuerpo inferior. Así, manteniendo el punto de giro en la chimenea, construida en piedra del lugar, la sucesión de planos equivale al cruce continuo de unos volúmenes sobre otros. El esquema cruciforme de las Prairie Houses se convierte en una encrucijada espacial. Pero aparte de los cruces de las terrazas hay otras lógicas compositivas. El de una forma de proyectar que procede desde el interior hacia el exterior, y la integración del edificio con un entorno natural determinado. Los dos principios dan lugar a una profunda tensión entre el máximo grado de libertad de los elementos artificiales y el máximo sometimiento de los naturales. La asimetría de los bloques, el desplazamiento de los volúmenes y los pisos, responden a una unidad conformadora figurativa, pero reflejan y exaltan también el desorden orgánico propio del lugar.
La Torre Price Es la obra más vertical de Wright. Y lo es tanto por su altura real, como por su configuración de formas agudas, de láminas en punta, apuntando todos hacia lo alto.
La Price Tower consta de 19 pisos y 56 metros de altura. En los dos primeros pisos se disponen, aprovechando un cuerpo de fábrica que sobresale del perímetro, un grupo de oficinas, la vivienda del guarda y el garaje. A partir del piso 3 se repite una planta tipo que presenta un perímetro cuadrado donde hay una cruz girada 15º de las diagonales. Estas forman esquinas de hormigón armado donde se ubican los ascensores y la estructura portante del edificio. Los forjados apoyan en voladizo en toda esta estructura. La planta esta dividida en cuatro trapecios, tres dedicados a oficinas y el cuarto es un duplex. La forma diferente de la planta de la vivienda respecto al de oficinas no solo permite un espacio interno más adecuado a su función, sino que permite reflejar los forjados en el exterior. Además de esta diferencia con los espacios contiguos de oficinas, el módulo de dos pisos se ve reforzado por un elemento vertical que vuelve dinámica toda la volumetría externa.
La biblioteca Viipuri Esta obra emblemática fue construida por Aalto en 1935. La volumetría de este edificio presenta dos bloques adosados pero desplazados. Se observa también lo que constituirá un factor recurrente en el estilo de Aalto, y en general, de la arquitectura orgánica, como es la sección libre, es decir, la articulación en dos o más niveles del espacio interno de una volumetría compacta.
El ambiente de la biblioteca está completamente cerrado, hay una separación del mundo exterior para lograr la máxima concentración del lector. Otros aspectos característicos de esta obra, y signo del alejamiento de Aalto del racionalismo, son a nivel lingüístico, una plástica fluida que, especialmente en el interior, se opone a las leyes de las dimensiones.
El sanatorio de Paimio Construido por Aalto entre 1929 y 1933. Este edificio consta de tres cuerpos. El primero cuenta con las habitaciones de los pacientes y tiene seis pisos; el segundo alberga los comedores y los salones; el tercero se destina a cocinas y servicios. El sanatorio se inspira en dos premisas: la de respetar el trazado del terreno y la de aprovechar al máximo las orientaciones. En los extremos de cada uno de los pisos del bloque de habitaciones existen balcones, con funciones específicas, que enriquecen notablemente los testeros, y se convierten en la parte más emblemática del edificio.
Aalto obtuvo aquí su calificación de arquitecto orgánico, diseñando en el interior todos los elementos móviles y fijos, buscando una calidad propia de la artesanía.
El pabellón finlandés en la Exposición de Nueva York.
El arquitecto construyó una gran pared ondulada que, unida al espacio, formaba una banda casi diagonal del rectángulo de la planta. Esta banda determinaba dos zonas triangulares, una dedicada a las exposiciones y otra al restaurante y el bar. La pared ondulada central, formada por listones de madera, era el elemento que caracterizaba toda la composición.
Aalto invierte la técnica expositiva de los racionalistas: manteniendo el interés por los objetos expuestos, sustituye los soportes sutiles por uno que por forma y material ya tiene un significado: un emblema del material más usado en Finlandia.