INTRODUCCONEl propósito esencial de este ensayo no es que cada uno de nosotros aprenda una definición de arquitectura sino que cada uno de nosotros sea capas de crear una definición propia y satisfactoria.
Para ello recurriremos a la historia, pues como sabemos la arquitectura comienza cuando el hombre se preocupa por un lugar donde refugiarse, dando origen así a una arquitectura tal vez obsoleta, pero que cumplía con la finalidad y esencia que el hombre de aquella época requería.
Como ya hemos mencionado en muchas ocasiones el ser humano, no solo es un ente que se encuentra abstraído del mundo, sino que se encentra perfectamente inmerso en el y viene a formar parte de este todo.
Así mismo empezaremos analizar al hombre como centro de atención de este todo. El hombre como ser conciente, se da cuenta, y percibe e interpreta todo lo que pasa en su alrededor y realidad misma, e de aquí la epistemología que nos hace mención de que el hombre es capaz de crear todo lo que a él le plazca pero de acuerdo a lo que el mismo hombre necesita o requiere para la vida diaria. Siendo el ser humano el único ser capaz de crear y evolucionar la arquitectura.
Lo importante de todo esto es que de acuerdo al espacio-tiempo en el que se vive la arquitectura modifica el modo de vida, la cultura y de acuerdo a eso el ser humano construirá y hará arquitectura de acuerdo al tiempo y características que se tengan en ese entonces.
Por eso decimos que no hay arquitectura sin espacio, ya que no puede ser concebida sin algo que lo rodee, es el lugar donde el hombre habita y es el espacio que ha transformado el mismo de acuerdo a su modo de vida su cultura e de aquí el termino Espacio-tiempo.
Hora bien debemos comprender que arquitectura no solo es construir, sino que conlleva cierto grado de conocimientos y seguir ciertos lineamientos para que una construcción pueda ser llamada arquitectura, a lo largo de el ensayo deberemos comprender que la arquitectura a lo largo de su evolución y en los distintos lugares donde se realiza cobra significados diferentes, pudiendo ser una mas sencilla que otra.
Al final todos deberemos comprender que cada quien adoptara una definición propia de arquitectura y diseño, siendo verdadera cada una de ellas, pues comprenderemos por que a lo largo de la historia, todos nos hemos hecho la pregunta ¿Es la arquitectura arte o ciencia?.
Siendo capaces ya de distinguir y responder a esta interrogante que muchos se han hecho.
Es demasiado pretender que el presente pueda constituirse alguna vez, en un ensayo, es mas una simple expresión de ideas, motivadas por la lectura de los diferentes escritos que sobre la arquitectura y otras áreas del conocimiento han sido hechos en un arco de tiempo de casi dos mil años.
Esperemos entonces que, calzados con aquellos talares de Mercurio, podamos recorrer, a grandes zancadas y sin gran riesgo, tan gigantesco camino.
Uno de los conceptos que más me ha intrigado es desde luego la definición de arquitectura, debido a que explicaciones van y vienen, y por lo común, la diferencia entre ellas consiste fundamentalmente en el distinto entendimiento de la polisemia interpretativa de las actividades que participan.
Considero, que el trabajo de la arquitectura inicia desde el momento que surge la conciencia de la necesidad de procurarnos un cobijo ante el medio, donde el propio medio no nos lo provee, y donde existe la voluntad de paliar dicha necesidad, terminando en el momento que, ya creado el satisfactor, comienza a ser usado con complacencia por quién tuvo la necesidad. Así, los productos resultantes son obras arquitectónicas, no arquitectura, como no es medicina los pacientes egresados satisfactoriamente de un proceso físico-médico, ni es medicina las substancias que se les procura con el fin de paliar alguna dolencia, ya que aunque así se les nombre coloquialmente, se les reconoce como medicamentos.
¿QUÉ ES ARQUITECTURA?En sentido general, la arquitectura es el arte de proyectar y construir edificios. También se puede definir como el conjunto o perspectiva que presenta un edificio.
Algunos la definen como el arte de construir y otros le agregan; según los principios de lo bello. En este sentido, se ha entendido de varias maneras la definición.
La voz arquitectura abarca también el concepto puramente material de la construcción, aplicable a todos los órdenes de la economía moderna. Así, tenemos una arquitectura monástica, otra civil, militar, naval, hidráulica, industrial, funeraria, conmemorativa o monumental
Además, cada civilización ha determinado una característica especial en el arte de sus construcciones.
El origen de la arquitectura se halla en el de la habitación y donde mora el hombre primitivo, allí hallamos los rudimentos del arte constructivo.
De la cueva, de la habitación lacustre van naciendo luego las formas más complicadas.
“A lo anterior podemos decir también que la Arquitectura es una ciencia que debe ir acompañada de otros muchos conocimientos y estudios, merced a los cuales juzga de las obras de todas las artes que con ella se relacionan. Esta ciencia se adquiere por la práctica y por la teoría.
La práctica es una continua y repetida aplicación del uso en la ejecución de proyectos propuestos, realizada con las manos sobre la materia, correspondiente a lo que se desea formar. La teoría, en cambio, es la que se puede explicar y demostrar, de acuerdo con las leyes de la proposición y del razonamiento, la perfección de las obras ejecutadas.
Por tanto, los arquitectos que sin teoría, y sólo con la práctica, se han dedicado a la construcción, no han podido conseguir labrarse crédito alguno en sus obras, como tampoco lograron otra cosa que una cosa que su sombra, no la realidad, los que se apoyaron sólo en la teoría.
En cambio, los pertrechados de ambas cosas, como soldados provistos de las armas necesarias, han llegado más prestos y con mayor aplauso a sus fines. Porque, en todas las artes, muy especialmente en la Arquitectura, hay dos términos: lo significado y lo que significa. La cosa significada es aquella que uno se propone tratar; y la significante, es la demostración desarrollada mediante principios científicos. De donde se deduce claramente que el que quiera llamarse arquitecto debe conocer a la perfección tanto una como otra.”
Par poder ahora cada uno de nosotros una definición propia de arquitectura, retomemos algunas definiciones hechas por algunos arquitectos y críticos de la arquitectura.
“El edificio no será, en adelante, un bloque de materiales de construcción elaborado desde afuera, como una escultura. El ambiente interno, el espacio dentro del cual se vive, es el hecho fundamental en el edificio, ambiente que se expresa al exterior como espacio cerrado”. Frank Lloyd Wright
“El espacio es posesión casi exclusiva de la arquitectura”. Josef Hudnut
“La arquitectura radica en el ornamento añadido al edificio”. John Ruskin
“La arquitectura comienza donde termina la función”. Edwin Lutyens
“La arquitectura, distinta de la simple edilicia, es la decoración de la construcción” Gilbert Scott
“La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz” Le Corbusier
Surge ahora para nosotros una pregunta importante que es ¿La arquitectura es arte o ciencia?, por ello a continuación retomaremos algunas definiciones de quienes la consideran arte, ciencia o ambas, para poder así crearnos un criterio amplio y poder decir por nosotros mismos que es en realidad.
La arquitectura se define comúnmente como el arte de proyectar y construir edificios o espacios para el uso del hombre, siendo considerada “arte” desde el momento en que conlleva una búsqueda estética. No obstante, las definiciones de arquitectura son tantas como teóricos y arquitectos las han intentado.
Ya Vitruvio, en De Architectura (siglo I a.C.), señalaba como características de la arquitectura la firmitas, o seguridad a nivel técnico y constructivo, la utilitas, o función a que se destina, y la venustas o belleza que posee. Por su parte, Leon Battista Alberti, en De re aedificatoria (1450-1485), afirmaba que la arquitectura consistía en la realización de una obra de manera que el movimiento de los pesos o cargas y el conjunto de materiales elegidos, fuese útil al servicio del hombre.
En el siglo XIX, Eugène Viollet-le-Duc consideraba que la arquitectura o arte de edificar constaba de dos partes igualmente importantes: la teoría y la práctica. Mientras la teoría abarcaba el arte, las reglas heredadas de la tradición y la ciencia que podía ser demostrada por fórmulas invariables, la práctica era la perfecta adecuación de la teoría a los materiales, al clima, a las necesidades que se pretendía cubrir en cada caso. John Ruskin, el autor de Las siete lámparas de la arquitectura (1849), especialmente preocupado por cuestiones socioculturales y económicas, definía la arquitectura como el arte de decorar y componer edificios cuya contemplación debía contribuir a la salud, a la fuerza y al placer del espíritu humano.
De una manera más práctica y moderna, Sigfried Giedion definió la creación arquitectónica como la correcta aplicación de los materiales y de los principios económicos a la creación de espacios para el hombre. Dentro de esta variedad de definiciones del hecho arquitectónico, sobre cuyas interpretaciones más adelante nos extenderemos, no podemos dejar de mencionar la existencia de otras asadas en el aspecto semántico de la arquitectura.
Se deriva de estas definiciones que la arquitectura presenta ciertas peculiaridades que la diferencian de las demás artes. Un de ellas es la preponderancia de los aspectos materiales y técnicos. La técnica constructiva es aquella parte de la arquitectura que se ocupa de la correcta utilización de los materiales en función de sus cualidades y de su naturaleza, de modo que cumplan satisfactoriamente las condiciones de solidez, aptitud y belleza. Las tecnologías con que cuenta la arquitectura son diversas y pueden darse solas o combinadas. Siguiendo a Alexandre Cirici, diremos que existe la arquitectura de madera, así como la textil, la de tierra cocida, la de piedra, la de ladrillo, la metálica, la del hormigón armado y, finalmente, la que utiliza el plástico y la fibra de vidrio, con las técnicas inherentes a cada una de ellas. La técnica constructiva de una sociedad depende, entre otras cosas, del nivel tecnológico que esa sociedad posea y de las necesidades que se pretendan cubrir en cada caso y que son, obviamente, variables según las épocas y las culturas.
El aspecto funcional es otra de las características diferenciadoras de la arquitectura. Que una arquitectura debe servir para aquello para lo que ha sido creada es evidente y será precisamente este aspecto funcional el que originará las múltiples tipologías de edificios según su finalidad.
Sin embargo, la paradoja surge al comprobar que, a pesar de su funcionalidad, que nos lleva a vivir en permanente contacto con ella, el lenguaje de la arquitectura parece ser el más desconocido, el más lejano para la mayoría de nosotros. La mayor dificultad radica en sus formas no figurativas, en su abstracción. En este aspecto, el aprendizaje al que nos ha sometido la pintura abstracta contemporánea resulta especialmente importante, por cuanto nos ha hecho comprender el valor intrínseco de las formas desnudas de significaciones figurativas. La arquitectura posee pues un sentido comunicativo, en el que se mezclan factores referenciales de todo tipo: religiosos, políticos, populares, históricos, etc.
Pero aun conviniendo en que la arquitectura sea el arte de diseñar y construir edificios, en que la preeminencia de los elementos materiales y técnicos y los valores funcionales sean características diferenciadoras, y en que posea un lenguaje formal abstracto susceptible de ser interpretado, no es en estos rasgos donde se halla su esencia. El elemento que verdaderamente caracteriza el fenómeno arquitectónico, diferenciándolo de las demás artes, es el espacio. Espacio interior que, definido por unos límites físicos -muros-, determina un volumen, al tiempo que posibilita la función arquitectónica y el recorrido interior del edificio. De es a posibilidad de un recorrido interior se desprende un nuevo factor: el temporal, el del tiempo invertido en la realización del mismo.
A estas peculiaridades de la arquitectura, hemos de añadir otra más: la de su extrema localización. Los edificios no pueden ser trasladados, no pueden realizarse exposiciones de arquitectura convincentes que puedan sustituir la experiencia personal del edificio, por ello, nuestro conocimiento arquitectónico real se reduce al de aquellos edificios en los que discurre nuestra existencia. De este factor de localización se desprende otro hecho: nuestra indefensión, el no poder “huir” o dejar de “ver” un edificio, sea cual sea su calidad, una vez construido.
Estas características de la arquitectura conllevan graves problemas de representación y esto repercute, lógicamente, en el desconocimiento generalizado que se tiene de ella. Si no puede decirse que se conoce un edificio hasta que se ha experimentado su interior y analizado las relaciones de éste con el exterior, es evidente que nuestra experiencia arquitectónica es reducida.
Las publicaciones sobre arquitectura utilizan planos de plantas, cortes transversales y longitudinales, dibujos de fachadas, perspectivas axonométricas, fotografías, etc., que, si bien valores, resulta insuficientes para representar de manera satisfactoria el espacio e intentar sustituir la múltiple experiencia personal del edificio. Así, la planta de un edificio es una de las informaciones más valiosas que podemos poseer para juzgarlo puesto que además de permitirnos conocer su forma, nos comunica datos sobre el sistema de cubrición utilizado, pero quedan muchas incógnitas. Los cortes transversales y longitudinales nos proporcionan informaciones parciales acerca de la distribución interior del edificio, pero siempre de una manera fragmentaria, tal como ocurre con los dibujos de las fachadas. Estas representaciones frontales únicamente pueden reproducir dos magnitudes y no tienen posibilidad de representar de forma adecuada las diferentes cualidades de los materiales, ni la diversa incidencia de la luz sobre ellos, cualidades que fueron importantes para los arquitectos que las construyeron y que la fotografía sí tiene la potencialidad de recoger.
Las perspectivas axonométricas, por su parte, enriquecen nuestro conocimiento de la arquitectura sujeto de estudio al darnos una visión volumétrica de la misma. Otros medios de representación arquitectónica son las maquetas tridimensionales y el cine.
Las maquetas son útiles en cuanto que reflejan las relaciones volumétricas existentes en el edificio, tanto en su interior como, en ocasiones, con el exterior, pero engañosas respecto a la escala humana. El cine, por su parte, puede suplir al ojo humano y sus recorridos, con múltiples puntos de vista, en el interior del edificio
Con respecto a la definición operativa arquitectura personalmente puedo decir que la “arquitectura es un arte pero se encuentra en contraste con lo que la ciencia, ya que se debe de tener fundamentos de lo que estas haciendo y solo con la práctica y la teoría es como puedes adquirir estos conocimientos tanto por medio de la practica de oficio como por los conocimientos que se adquieren para poder explicar los fenómenos que se presenten durante la obra”.
FUNCIONALISMO EN ARQUITECTURADadas las complejas características del fenómeno arquitectónico, son múltiples los métodos de conocimiento con que los estudiosos se acercan a él, según valoren preferentemente uno u otro de sus elementos o factores.
Las doctrinas más conocidas, son entre otras: le funcionalismo, las teorías espacialistas, las interpretaciones positivistas y las formalistas.
El Funcionalismo, formulado por Louis H. Sullivan, afirma que en toda experiencia verdadera de la arquitectura la forma viene determinada por su función, adecuándose perfectamente a ella. Pero no existe una sola definición de funcionalismo. La función existencial de la arquitectura, tal vez una de las más importantes, es aquella que brinda al hombre un lugar para existir, para habitar. La funcionalidad técnica, por su parte, es la perfecta adecuación de la forma a la función y es a ella a la que se refería fundamentalmente Sullivan. La funcionalidad utilitaria es la que viene dada por el uso al que se destina el edificio. Toda arquitectura se debe lógicamente al uso del edificio y, si no es útil para aquella utilización para la que ha sido concebido, aquella construcción ha de considerarse fracasada.
Las funciones de la arquitectura no se agotan en su versión existencial, técnica o funcional; existe también una función íntimamente ligada a la idea de significado. Es decir, existen arquitecturas que tienen como función la comunicación de determinados mensajes ideológicos. Pero por encima de todas las funciones de la arquitectura, el arquitecto Alvar Aalto da preeminencia a la atención al ser humano. Humanizar la arquitectura fue una de las máximas, y aun él está de acuerdo con los postulados funcionalistas, afirma que el funcionalismo técnico no puede definir la arquitectura.
En la definición más corriente de funcionalidad, la de la perfecta adecuación de la forma a la función, la forma queda reducida al medio para obtener la función; no es un objetivo en sí misma, sino un mero agente. El funcionalismo debe contemplarse como una reafirmación de los valores puramente arquitectónicos (espacio, volumen, …) frente a los pictóricos y escultóricos (tratamiento superficial de los muros, decoraciones…) que habían invadido el campo de la arquitectura.
En la verdadera arquitectura la forma es inseparable de la función y, según los funcionalistas, la experiencia estética de una arquitectura se identifica con la experiencia de la función. La utilidad es una de las propiedades fundamentales de un edificio, y éste no puede ser comprendido si no se toman en consideración sus aspectos funcionales. Los criterios funcionalistas no bastan para definir la naturaleza de la arquitectura, puesto que son aplicados a posterior, como una doctrina crítica, en el análisis de la adecuación del edificio, una vez construido, a la función para la que ha sido creado.
Otro grupo metodológico es el integrado por aquellas teorías que consideran que la esencia de la arquitectura es el espacio. Como señala Bruno Zevi en su obra Saper vedere l’architettura (1948), ya Focillón (1881-1943) había intuido esa idea al afirmar que “… es tal vez en la amsa interna donde reside la profunda originalidad de la arquitectura como tal”. Pero quien realizó por primera vez una clara interpretación espacial de la arquitectura a lo largo de la historia fue Alois Riegl en Die Spätrömische Kunsindustrie nach den Funden in Österreich (La producción artística romana tardía según los hallazgos en Austria, 1901). Esta concepción se impuso con fuerza a partir de la publicación de las obras de Heinrich Wölfflin y Paul Frankl, y ha sido defendida con entusiasmo por Bruno Zevi, Francastel y Siegfried Giedion. Todos ellos buscan el elemento caracterizador de la arquitectura en algo ajeno a la función. Pero el espacio por sí solo tampoco puede explicar todo el valor de un edificio.
Si realmente sólo contara el espacio interior, contenido por los muros, no importaría la calidad de éstos, su material, sus formas esculpidas o modeladas, la ornamentación, la luz que incidiera sobre ellos, no importaría siquiera su existencia ya que, como afirma Roger Scruton en su obra La estética de la arquitectura (1985), en el espacio sin límites estarían contenidas todas las formas posibles de espacios interiores, incluso las más perfectas.
Aun cuando Bruno Zevi afirma que “… la esencia de la arquitectura no reside en la limitación material impuesta a la libertad espacial, sino en el modo en que el espacio queda organizado en forma significativa a través de este proceso de limitación… las obstrucciones que determinan el perímetro de la visión posible, más que el “vacío” en que se da esta visión”, no omite el estudio de esos límites, del mismo modo que Siegfried Giedion, al tratar la teoría espacialista, no deja de conectarla con un cierto análisis histórico. En la opinión de este último, se dan tres etapas en el desarrollo de la arquitectura. Una primera, en que el espacio adquiere realidad por la interacción de volúmenes (Egipto, Sumer, Grecia…), época en que no se tenía en cuenta el espacio interior y se prestaba especial atención al exterior. La segunda fase comienza con el Imperio Romano y representa la conquista del espacio interior y, finalmente, la tercera que se inicia a comienzos de nuestro siglo XX y que, como resultado de la revolución óptica que representó el Cubismo al acabar con la perspectiva de punto de vista único, inició las relaciones entre espacio interior y espacio exterior. Lo cierto es que el espacio, si bien es condición necesaria para la existencia de la arquitectura, no agota su experiencia ni su sentido.
ESTRUCTURA TEÓRICA DEL PROGRAMA ARQUITECTÓNICOPareciera ser que el enlistado de necesidades, requerimientos, exigencias, finalidades, que solicitan ser satisfechas a través de un espacio arquitectónico, hoy en día la “tradición” teórica lo sigue llamando como programa.
Ya desde la antigüedad el ilustre Vitruvio, aunque nunca menciono la palabra programa si definió la arquitectura y decía “….la arquitectura es una ciencia adornada de otras muchas disciplinas y conocimientos, por el juicio de la cual pasan las obras de las otras artes. Es práctica y teoría, donde aclara: la práctica es una continua y repetida aplicación del uso en la ejecución de proyectos propuestos, realizada con las manos sobre la materia, correspondiente a lo que se desea formar. la teoría en cambio, es la que pueda explicar y demostrar de acuerdo con las leyes de la proporción y del razonamiento, la perfección de las obras ejecutadas… ”
Habrá que recordar que Vitruvio consideraba a la arquitectura como un arte. este planteamiento teórico -practico lo llevo a definir el papel del arquitecto, mencionando que no se puede concebir a teóricos que no saben construir, ni constructores que no saben fundamentar sus proyectos, por tanto la arquitectura exige al arquitecto conocer (investigar), el sitio, el terreno, los materiales, los sistemas constructivos mas adecuados, la región, el respeto al medio natural, etc., así como sus particularidades que entre otras muchas están la solidez, la utilidad, y la belleza, como observamos el no se refiere a un programa o enlistado de requerimientos. el se refiere al papel que debe desempeñar el arquitecto y la arquitectura dando por un hecho las necesidades a cubrir poniendo como elemento central al objeto arquitectónico para que este respondiera correctamente a todas las variables que enuncia en sus diez capítulos de su libro como un intento de hacernos ver que tan amplio y complejo es el objeto arquitectónico y todos los elementos que se requieren para su realización, entendiendo por tanto que la arquitectura es algo mas que un enlistado de necesidades.
Será hasta la ilustración en Francia en 1863 cuando por primera vez se aplica el concepto de programa, por Leonce Reynaud_, en sus principios generales de composición en la segunda parte de su tratado que dice_ “……un edificio es cómodo cuando las diferentes partes que lo componen tienen las formas, las dimensiones y los claros convenientes y están distribuidos de conformidad a lo que prescriban los usos, la salubridad y las circunstancias locales. porque la comodidad depende de la disposición..
Entendiendo como disposición a la combinación de las diversas partes que componen un objeto, tanto en lo particular como en lo general. limitando este concepto dentro de la composición del edificio a lo que tiene de esencial desde el punto de vista de la finalidad a la cual se destina.
Menciona que no debemos confundir distribución de disposición, haciendo un ejemplo con un apartamento: estará bien distribuido si todas las piezas que lo forman están colocadas en el orden mas conveniente para el uso al cual están destinadas……..
La distribución solo abarca las condiciones materiales relativas a la utilidad de la obra. la disposición debe satisfacer también pero va mas allá, se ocupa de las formas, de las dimensiones, de la economía en general y del efecto que se busca, aclarando que una distribución intenta ser buena, una disposición necesita ser buena a la vez que bella.
Propone el siguiente programa de la composición:
a) detenerse sobre este punto de partida ( la disposición y la distribución).
b) hacerlo objeto de serias meditaciones.
c) penetrarse de las exigencias que supone.
d) investigar cuales son sus principales jerarquías.
e) apreciar la importancia y el desarrollo obligado de cada una.
f) examinar el orden en que se deben presentar.
Como podemos observar entiende el programa arquitectónico como parte de la composición y no como un enlistado de necesidades. será a finales de la ilustración cuando uno de los mas brillantes arquitectos del momento julien guadet que desde 1871 enseña arquitectura en la escuela nacional de bellas artes en parís, primero en los talleres de composición y después en la cátedra de teoría, hace extensivas sus lecciones a través de sus elementos y teoría de la arquitectura, decía.”…el programa como un listado, lo define el cliente, quien conoce perfectamente las necesidades y los requerimientos del objeto a diseñar. el arquitecto compone y construye….”.el curso de teoría tenia como objeto el estudio de la composición de edificios en sus elementos y en sus conjuntos, desde dos puntos de vista, del arte y de la adaptación a programas definidos, a necesidades materiales.
Ahora bien tal pareciera que ya estamos preparados para cada uno crear nuestra propia definición del programa arquitectónico, y particularmente yo diaria…
El programa arquitectónico es el conjunto de datos y requisitos con los cuales se va a proyectar la obra de arquitectura y después a construir. Es la síntesis del problema en términos de composición la cual nos sirve para comprender una necesidad determinada y luego, para orientarnos hacia su solución.
Es un MAPA que nos facilita considerar todos los elementos a través de un orden práctico.
El programa arquitectónico supone el discernimiento de:
a) Si hay una necesidad o problema.
b) Si esa necesidad es legítima.
c) Si esa necesidad es de naturaleza arquitectónica.
d) Si puede resolverse.
El programa arquitectónico no es, como usualmente se acostumbra, una lista de dependencias o la crónica de una visita al terreno o el resumen de una entrevista con los usuarios.
El programa Arquitectónico esta dividido en dos partes, que son:
Programa General. Que precisa datos para todos los edificios de la región, esto es: Todo espacio arquitectónico esta sujeto a una geografía física y una geografía humana específica, de donde surge el edificio.
Programa Particular. Que precisa la personalidad concreta del edificio y nos señala los prerrequisitos urbanos del sitio, la finalidad y la magnitud del edificio.
PIONEROS (positivismo y antimaquinismo)Para poder crear una verdadera teoría del arte moderno, debemos tomar en cuenta que esta se produjo entre los siglos XIX y XX, en Europa, teniendo como bases dos corrientes que fueron las que dieron auge al amplio concepto de arte.
Las corrientes que nos permitieron crear criterios sobre las obras de arte son el positivismo y el antimaquinismo, cabe mencionar que el positivismo surge en Europa y tiene como principales representantes a René Descartes, August Comte e Hyppolyte Taine, pero fue Gottfried Semper quien gracias a su “principio de revestimiento” halló leyes fijas e inmutables para el arte. De acuerdo con Semper existen distintas artes y técnicas tectónicas, siendo la arquitectura la técnica y arte del espacio. Cabe aclarar que Semper, a pesar de haber dado bases reales al positivismo no pudo interpretarlas de manera clara, siendo Viollet le Duc quien plasmo de manera mas clara la teoría positivista en libros y dibujos de su propia invención y culmino con investigaciones de August Choisy titulada “Historia de la Arquitectura”.. Con ello el positivismo permitió el uso de documentación rigurosa para todo estudio critico, dejando atrás a fases literarias y retóricas.
De igual manera al comenzar en Europa con la industrialización surge en Inglaterra una reacción antimaquinista, la cual tiene tres representantes los cuales son: August Welby Pugin, Jhon Ruskin y William Morris, esta corriente tiene por objeto la resistencia a la cultura y la ciudad industrial, así mismo a la fealdad que adquieren los nuevos objetos creados por nuevas tecnologías, pues para ellos amenazaban con hacer desaparecer los trabajos artesanales. Por su parte estos autores pretenden la recuperación de la arquitectura medieval y la artesanía de tipo religioso. Proponen de igual modo juzgar a la arquitectura de manera honesta y sincera de su creador.
Habremos de notar el cambio que sufrió la teoría del arte y la arquitectura en un pequeño lapso de veinte años, lo cual se espera nunca vuelva a ocurrir; por lo cual debemos considerar que este cambio trascendental fue en el ámbito de la teoría, la critica y la historia.
La teoría que se desprende de en este periodo se centra primordialmente en la forma, dando como resultado la noción de espacio, dando rienda suelta a la imaginación y lenguaje de las formas artísticas, esta nueva interpretación, es conocida como “pura visualidad”, reconoce que las formas pueden ser interpretadas visualmente, pues la obra de arte depende del punto de vista del receptor.
Por otro lado fue August Schmarsow quien trazo el proyecto de fundamentar una nueva teoría del arte, se opuso a Semper argumentando que lo trascendental no son las formas exteriores sino el espacio interior.
Aquí cabe hacer mención del máximo representante de la teoría formalista que se opone al determinismo de Semper, aunque sigue utilizando el método positivista.
De igual manera es Jacob Burckhardt sostenía la existencia de un mismo espíritu común en los hechos sociales, religiosos, artísticos y culturales.
Otro teórico de la arquitectura es Heinrich Wölfflin que basa su concepto de historia de arte en el estudio de los rasgos.
De acuerdo con el relativismo histórico, decimos que en el arte no podemos hablar de periodos de progreso o decadencia Wölfflin defendió que no existen estilos mejores que otros, sino que existen simplemente estilos distintos tal como existen miradas distintas. Esto nos lleva a decir que el pensamiento contemporáneo ha demostrado que ni han existido las edades de oro ni las vías del futuro vanguardistas.
Los protagonistas de la arquitectura moderna y los críticos que elaboraron la historiografía se basaban en una serie de premisas metodológicas.
En primer lugar, se situaban en del idealismo e historicismo de Hegel con su idea de progreso y de espíritu . A esta corriente central se integran, las aportaciones de las teorías psicológicas de la percepción y de la pura visualidad.
Tanto las certezas de los protagonistas como la construcción historiográfica que se basa en una interpretación determinista y maniqueísta. De dicha manera se justificaba la actuación de los arquitectos vanguardistas, enemigo dela decadencia academicista.
Sin embargo no sólo el pensamiento de los arquitectos modernos es un híbrido de historicismo y cientifismo sino también el concepto historicista de la época.
Adolf Loos tiene un gran valor dentro de la teoría arquitectónica al conciliar las concepciones renovadoras de principios de siglo.
Walter Gropius insistió en el trabajo sistemático en equipo para crear la nueva arquitectura poniendo especial énfasis en los factores técnicos y económicos.
Mies van der Rohe construye la más elaborada arquitectura, como síntesis de distintas vanguardias plásticas de principios de siglo. Ello le permitió formular que la arquitectura es la voluntad de una época traducida al espacio, añadiendo que es inútil escoger el uso de formas del pasado en nuestra arquitectura.
Le Corbusier presenta las obras de los ingenieros como modelo, pues quería superar la dislocación producida por el abstracto sistema métrico decimal recuperando el antropomorfismo de los sistemas de medida tradicionales.
Frank Lloyd Wright en oposición a la academia comparte la defensa de un funcionalismo orgánico y no racionalista y la concepción de una arquitectura viviente. Wright defiende el nacimiento de una nueva arquitectura basada en el individualismo y la democracia.
Ahora bien, la contribución teórica y critica de los protagonistas de la arquitectura moderna queda completada con aportaciones que Bruno Taut publico entre 1910 y 1920.
Ahora podemos considerar que la historiográfia oficial de la arquitectura es aquella de la cual retomamos ideas, y que aun siguen en opie y dan cabida a la creación de nuevas formas de expresión e interpretación.
INTRODUCCIÓN AL COMPENDIO DE CLASES DE ARQUITECTURAComo ya hemos visto, el concepto de arquitectura, así como las ideas que produce el hombre para tratar de comprender el medio que lo circunda y su propia acción dentro de éste, ha sufrido transformaciones para adecuarse a nuevas circunstancias, a nuevos conocimientos o nuevas precisiones, de tal forma que lo que en un momento se designaba como tal, poco a poco fue modificándose para ajustarse a otra realidad social.
La persistencia del nombre a veces ha llevado a pensar que todo sigue igual - o casi -, y que el arquitecto de la antigüedad hacía exactamente lo mismo que el actual aunque con diferentes medios y técnicas. Sin embargo no es así.
Los cambios ocurridos en el campo de la arquitectura son de tal dimensión que incluso al hablar de la edificación del pasado es posible que nos refiramos a objetos de diversa característica y naturaleza.
La aparición en el siglo pasado de un profesional denominado ingeniero y arquitecto o simplemente ingeniero-arquitecto, que de hecho reconoce una doble profesión, sólo puede explicarse, a nuestro parecer, a partir de los cambios que sufrió el concepto de arquitectura. Intentando llegar a su comprensión iniciamos un recorrido por el camino de la arquitectura y de la idea que los hombres de cada etapa histórica se han forjado acerca de ella.
La situación se prolongó hasta las primeras décadas de nuestro siglo a pesar que desde los primeros años se empezó a desarrollar una nueva concepción de la arquitectura que ponía al hombre en el centro de las preocupaciones del arquitecto, al considerarla esencialmente como un espacio para vivir que incluía en su concepto la calidad de edificación bella. Con esta idea cambió el papel social del arquitecto, pues ahora la utilidad de la arquitectura no radicaba en la belleza de la edificación sino en su posibilidad de ofrecer un espacio adecuado para vivir; un espacio que debía estudiarse racionalmente.
Este nuevo concepto de arquitectura ofrecía la posibilidad de la especialización en la edificación con bases mas firmes: al ingeniero civil le correspondería la estabilidad de la construcción y al arquitecto la habitabilidad de los espacios y la adecuación de la edificación a su entorno.
El campo profesional era enorme, por lo que es posible que desde mucho tiempo atrás se hubiesen desarrollado especialidades en una u otra área, aunque sin padecer los conflictos tanto laborales como conceptuales que se iniciaron hasta el momento en que se reconocieron oficialmente algunas especialidades. Podemos ubicar ese momento a partir de la creación de las primeras escuelas destinadas a instruir a profesionales en una parte o aspecto del campo arquitectónico: nos referimos a la Escuela de Puentes y Caminos, fundada en París en 1747, y a la de Ingenieros Militares establecida en Mezières el siguiente año. Ambas escuelas avalaban oficialmente las nuevas especialidades que, como decíamos, seguramente ya existían de hecho en la división social del trabajo.
Las consecuencias de este desprendimiento fueron enormes y de gran trascendencia para el campo de la arquitectura, tanto que aún hoy, a mas de dos siglos de distancia, persisten sus efectos aunque con las variantes que impone el tiempo transcurrido. Lo que nos interesa destacar es que a partir de tal suceso cambió tanto la idea de la actividad del arquitecto como de la edificación arquitectónica.
Por lo pronto, ésta separación propició el desarrollo científico del aspecto estructural y constructivo de la edificación llevado a cabo por los arquitectos especializados que ahora recibían el nombre de ingenieros civiles, quienes se abocaron al estudio de la resistencia de los materiales de construcción sometidos a esfuerzos controlados con el fin de determinar su capacidad de carga para obtener en forma mas precisa y objetiva las dimensiones requeridas; el resultado de estos estudios fue la demostración de que las dimensiones apegadas a los principios de la proporción estética estaban sobradas, es decir, que el concepto de los órdenes arquitectónicos clásicos o mas ampliamente, del estilo, los cuales imponían para su ejecución una serie de reglas inamovibles respecto a la proporción del todo con las partes, no obedecía a los principios técnicos de la construcción.
El análisis del funcionamiento de la estructura, al que denodadamente se oponían los arquitectos de la vieja escuela aduciendo la imposibilidad de conjugarla con la belleza, fundada precisamente en la proporción, los llevó a enfrentar a los ingenieros afirmando que: “La habilidad de los matemáticos en mecánica y estática no es suficiente… sin conocimiento de la euritmia (armonía) siempre producirán composiciones arquitectónicas de miserable calidad”.
Dado que en aquel momento la palabra arquitectura ya no designaba a toda la edificación pues parte de ella la tomaban los ingenieros militares y civiles, era imprescindible redefinirla; encontrarle nuevos límites a su significado.
El aspecto que los arquitectos creyeron era el mas claro y evidente fue el relativo a la belleza de la edificación, por lo que declararon a la arquitectura como una de las Bellas Artes, asimilándola de esa manera a las condiciones de toda obra artística.
Con el desarrollo de una tercera posibilidad profesional conformada por los ingenieros civiles y arquitectos, o ingenieros-arquitectos -como llegaron a nombrarse a los ingenieros que en virtud de los cursos que tomaban sobre arquitectura se tenían por capaces para ejercerla-, se generó otro concepto de lo arquitectónico que intentaba limar las diferencias reuniendo ambas posiciones con la finalidad de ser considerados al mismo tiempo racionales como los ingenieros e intuitivos como los artistas, es decir, científicos y artistas; auténticos ingenieros y arquitectos.
COMPARACIÓN ENTRE DISTINTOS TIPOS DE ARQUITECTURAEvidentemente, no todas las arquitecturas son iguales, básicamente porque no todas pretenden responder a unos mismos objetivos. A menudo se
distingue entre arquitectura histórica o estilística, arquitectura popular o tradicional y arquitectura común o vulgar.
Para los historiadores del arte la arquitectura suele reducirse a aquellas obras que toman en consideración el espacio y los lenguajes artísticos, limitándose a estudiar una “selección” de arquitecturas clave, especialmente significativas dentro del desarrollo de la historia del arte. Estas obras podrán encontrarse de manera indistinta en el hábitat rural y en el urbano.
Definir la arquitectura popular plantea dificultades. Podemos establecer una distinción entre la arquitectura vernácula, que llamaremos popular, y la arquitectura primitiva. Las diferencias básicas entre ambas
se derivan, por una parte, del diferente grado de complejidad técnica, y por otra, de la existencia o no de alusiones a la arquitectura histórica o estilística. La arquitectura primitiva tiende hacia la definición
territorial con indicaciones jerárquicas y rituales: la cabaña del jefe, del brujo, el recinto sagrado…, mientras que la arquitectura popular busca, ante todo, la solución óptima de la función.
Como características de la arquitectura popular señalemos el protagonismo de los materiales y de las técnicas constructivas propias de la zona, la participación directa del usuario en el proyecto y en la realización, el empleo de un repertorio formal de una gran sencillez, con algunas referencias puntuales a los lenguajes cultos y, en especial, la perfecta adecuación a las necesidades funcionales. En la arquitectura popular estas soluciones se dan sin pretensión de “estilo” ni de “artisticidad”, pero no por ello sus realizaciones carecen de sensibilidad ni quedan completamente al margen de la estética. La arquitectura popular, al igual que la denominada estilística, puede darse en el hábitat rural y en el urbano.
Existe una arquitectura que no puede ser considerada ni estilística ni popular. Es aquella arquitectura cuyo único objetivo es la utilidad, sin ningún tipo de vinculación con el lenguaje de la arquitectura histórica y sin pretensión de artisticidad: es la arquitectura vulgar, meramente utilitaria, que llena nuestras ciudades.
Las diferencias establecidas entre los tipos de arquitectura vistos hasta ahora no han existido siempre, sino que cada época histórica ha tenido sus propias concepciones de la arquitectura, de lo que debía considerarse como tal y de dónde debía situarse el límite o franja divisoria entre la verdadera arquitectura y la edilicia o mera construcción.
El nacimiento de la arquitectura va ligado a la necesidad del hombre primitivo, ya agricultor, de asentarse. Las primeras construcciones, tras unos primeros intentos en madera, hojarasca, cañas y cuerdas, debieron de ser cabañas circulares construidas con piezas de barro cocidas al sol y cubiertas vegetales.
En cualquier caso, se trataba de una arquitectura destinada a ser vista desde el exterior, desarrollando en sus fachadas el lenguaje de los órdenes clásicos. No obstante, se consideraba que la arquitectura poseía un rango inferior al de las demás artes, dado su carácter manual.
Durante el Imperio Romano y siguiendo a Vitruvio (siglo I a.C.), la arquitectura se consideró como una disciplina teórico-práctica encargada de “… la construcción, de la hidráulica, de la construcción de cuadrantes solares, de la mecánica y de sus aplicaciones en la arquitectura civil y en la ingeniería militar”. La “arquitectura” se dedicó, en Roma, a construir edificios religiosos, civiles públicos y palacios, además de crear un modelo de vivienda doméstica: la típica domus romana.
Los fundamentos estéticos y técnicos del mundo antiguo fueron transmitidos a la Edad Media, entre otros caminos, por el tratado de Vitruvio De architectura. En el Medievo el término “arquitectura” se restringía a las grandes obras religiosas y, sólo en un segundo plano, hallamos algunas construcciones civiles de rango áulico que revelan preocupación por cuestiones estilísticas, si bien lo habitual en la arquitectura civil del momento es el interés por la estricta funcionalidad de los edificios. En el Livre de Portraiture de Villard d’Honnecourt (siglo XIII) se dan algunas observaciones sobre arquitectura que resultan las más ilustrativas que se escribieron durante la Edad Media. En este período comienza a darse una diferenciación clara entre el “operarius”, que dirige la construcción, y el “artifex”, que es quien trabaja en ella, dándose una evidente relevancia al primero. A finales de la Edad Media una nueva tipología civil alcanza el rango de gran arquitectura: son las lonjas, arquitectura civil pública que se sitúa junto a iglesias y
palacios.
La concepción vitruviana de la arquitectura reaparece en el siglo XV con la obra de L. B. Alberti De re aedificatoria (Florencia [1450], 1485), primer tratado arquitectónico del Renacimiento. En él se confirma la consideración de las iglesias, los palacios y la arquitectura civil pública como los temas o tipologías principales de la “gran arquitectura” y, por primera vez, se despierta el sentido histórico de la valoración del pasado arquitectónico. Así, dentro de esta tendencia podemos encuadrar la generalizada opinión desfavorable hacia el mundo medieval, que es calificado despectivamente de “gótico”, o “bárbaro”. El propio Alberti, en su creencia de que el arte sólo florece con la prosperidad y el poder político, afirma que la buena arquitectura antigua surge y decae con el Imperio Romano y no hace mención alguna de las grandes catedrales medievales que, forzosamente, conoció. En cualquier caso, el Renacimiento representó la valoración del espacio y el culto a la proporción.En el siglo XVI, y en especial con Palladio, Vignola y Scamozzi, una nueva tipología entra a formar parte de la considerada “Arquitectura”: la villa privada suburbana, entendida como residencia de recreo o, como en el caso de las villas de la región del Véneto italiano, como centro de unidades de economía agrícola. El Manierismo representó, a nivel estilístico, la ruptura del equilibrio y la proporción renacentista. Fue la introducción de los contrastes, de las inestabilidades.
Durante el Barroco, junto al triunfo de la arquitectura representativa y propagandística (iglesias, palacios…), se brindó una gran atención a la ordenación urbanística de los conjuntos monumentales y de las ciudades: recordemos el urbanismo de la Roma barroca o las ordenaciones urbanísticas de la ciudad residencial de Bath, Inglaterra en el siglo XVIII. Formalmente, fue el triunfo de los espacios unitarios, definidos por muros sinuosos y perspectivas engañosas.
ARQUITECTURA, MODERNIDAD Y POSMODERNIDADMODERNIDAD El significado principal del término que consideramos es de la modernidad como época. … Enumeremos rápidamente los fenómenos característicos: la ampliación del mundo conocido a través de los viajes de descubrimiento, exploración y conquistas de territorios extraeuropeos, hasta abarcar el planeta entero; la formación de un mercado mundial y el incremento de la producción orientada al intercambio mercantil, que transcurría en espacios cada vez mas vastos, provocando la innovación incesante de los medios de comunicación y transporte; la aparición de las nuevas ciencias de la Naturaleza, el llamado “giro copernicano” del saber, que acompañara al giro antropocéntrico que dominaría el discurso filosófico; la formación de los primeros estados nacionales europeos, de tipo burocrático-absolutistas; en fin, la proliferación de formas capitalistas de producción que se consolidaran con el surgimiento de la Revolución Industrial
POSMODERNIDADA partir de la década del ‘60 de este siglo, comenzó a emplearse en el ámbito de la cultura intelectual norteamericana el adjetivo posmoderno (literatura poseedora, arte posmoderno), ya para diagnosticar el ocaso de modernismo, ya para destacar, mas positivamente la emergencia de un nuevo espíritu cultural contrapuesto al elitismo que acarreaba la actitud modernista. En el curso de la década siguiente, el término no solo fue mas allá del ámbito del arte y la literatura - asociándose con planteos teóricos mas globales - sino que escapo también a las fronteras de la cultura norteamericana. Así, fue referido a la mutación que estaban sufriendo las sociedades altamente modernizadas (el advenimiento de la “era postindustrial”) o bien, con argumentos mas culturales que tecnicoeconómicos, a los fenómenos que estarían revelando la crisis de la modernidad y sus valores.
ARQUITECTURALa arquitectura no sólo es estética, sino también es ética, moral, manera de pensar y de vivir…… La dialéctica de la arquitectura refleja la dialéctica de la vida.
En ella existen simultáneamente: continuidad y mutación, lo universal, lo nacional y lo individual, lo objetivo y subjetivo, lo intelectual y lo emocional, lo eterno y lo transitorio, lo objetivo y contextual.
LO NUEVO Y LO VIEJOLyotard sostiene que una de las características de la condición posmomoderna de nuestra cultura es la extensión de los campos disciplinarios tradicionales que se desdoblan sobre si mismos hasta confundir sus territorios con los de disciplinas contiguas y que esa condición nació sobre los fines de los años 50., aunque Williams Morris en 1881 consideraba que la arquitectura abarca la consideración de todo ambiente físico que rodea la vida humana; no podemos sustraernos a ella mientras formemos parte de la civilización porque la arquitectura es el conjunto de modificaciones y alteraciones introducidas en la superficie terrestre con objeto de satisfacer las necesidades humanas
Sin embargo, y aunque a la fecha estos conceptos morrisianos aún no fueron logrados en su totalidad sobre el territorio de la arquitectura así definido, y a pesar de la aparición de algunos avances cientificistas y tecnológicos que produjeron factibilidades para ampliar el campo de las propuestas en concordancia con los nuevos programas de la civilización industrial, sin separarse del contexto académico y formal que le requería el sistema arquitectónico, comenzaron a distinguirse las producciones específicas de su profesión cada una de ellas caracterizadas por una técnica y una estética particulares.
La ampliación del campo disciplinario y la alteración de las raíces de la formación teórica del arquitecto con la introducción de la condición posmoderna ha ocasionado la búsqueda de nuevos marcos de referencia para un reencuentro con la arquitectura.
Los interrogantes que se presentan a este respecto son: Puede el arquitecto ocupar un espacio mas general y efectivo dentro del entorno de su objeto? Puede integrar su capacidad específica y su vocación con el conocimiento y aplicación de los recursos y tendencias que hoy en día lideran la gran mayoría de la “Arquitectura” que se desarrolla a sus espaldas? Puede reivindicar para él mismo y para la sociedad su condición de especialista en el diseño del hábitat social y comunitario tal como le ha sucedido al médico en relación a la salud social?
Existen posibilidades de un retorno a las fuentes, a la naturaleza dentro del marco imprescindible del medio sustentable y obligado de la no alteración y degradación del medio ambiente?
Uno de los recursos que dispone hoy por hoy nuestra sociedad es la difusión de los hechos en forma casi inmediata. Y con ello diariamente observamos el proceso de transculturalización que la condición posmoderna exige dentro de la arquitectura. Aprovechó los primeros tiempos de su desenvolvimiento produciendo una corriente snobista y esculturalista que rápidamente captó la “necesidad” de algunos estratos sociales, a los cuales satisfizo magramente. Esta intervención rápidamente hizo olvidar valores tales como la funcionalidad, la simplicidad y la naturalidad.
La arquitectura al igual que otros lenguajes que utiliza el hombre conforma una parte de la memoria cultural de los pueblos. Por ejemplo, la arquitectura vernácula o la arquitectura biológica son arquetipos de las tradiciones de los pueblos primitivos. Las sociedades primitivas han desarrollado y mantenido tipologías de agrupamiento y edilicias casi en absoluta coincidencia con los recursos y restricciones del medio natural en que la desarrollaron. Aparecen como el lenguaje de la inocencia y de la imaginación y con una total identificación con la región y el entorno.
En contraste a esta arquitectura del ingenuo, el oficialismo marca las pautas de la arquitectura del dominio y de la no inteligencia. Como afirma Edward Hall “Parece que existe cada vez mayor conciencia de que esta perdiéndose la relación o referencia concreta al mundo en general. Esta pérdida de contacto con la realidad provoca la necesidad cada vez mayor de obtener un armazón, unas estructuras organizativas que sirvan de referencias reales y ayuden a integrar la masa de información que rápidamente cambia y con la que el hombre ha de enfrentarse”.
LA RELACIÓN CON EL AMBIENTE NATURALEl hombre y el medio en el cual se desenvuelve pertenecen a un mismo sistema de interacciones y es imposible tomarlos por separado y esta seria una hipótesis de primera que los arquitectos , urbanistas y constructores deberían tomar si queremos evitar la catástrofe, la masacre del hecho cultural que implica el diseño del hábitat. Ello involucra a todas las ciencias que interactuan para la materialización del mismo, tales como la biología, la sociología, la sicología en convivencia con la ecología que es la sumatoria de todas ellas más los factores politico-económicos.
Las presiones del medio físico, que muy bien reflejan las arquitecturas primitivas, coexisten y presionan al medio social al igual que en los principios de la humanidad aunque algunas de sus condiciones se hayan modificado, si bien no son tan evidentes y son más difusas,
Sin embargo, no podemos dejar de observar los otros elementos de que se vale el oficialismo para presionar al diseñador, quien cada vez se encuentra mas alejado de la región viendo solamente la parcela y sin ver lo que realmente hay que ver.
La arquitectura ya no es real -es un arte visual, escultural, sonoro, tangencial- es recortada, es subsidiaria de otras dimensiones culturales y no responde a la necesidadde servicio que requiere el hombre y el medio dentro del cual interactúa.
El cuadrado, el circulo y el triángulo.Robert Venturi (uno de los iniciadores de esta etapa en la arquitectura) plantea al inicio de su libro Complejidad y contradicción en la arquitectura un convencido manifiesto en favor de una arquitectura equívoca defendiendo claramente sus preferencias: “Prefiero los elementos híbridos a los “puros”, los comprometidos a los limpios”, los distorsionados a los “rectos”, los ambiguos a los “articulados” los tergiversados que a la vez son impersonales, a los aburridos que a la vez son “interesantes”, los convencionales a los “diseñados”, los integradores a los “excluyentes”, los redundantes a los sencillos, los reminiscentes que a la vez son innovadores, los irregulares y equívocos a los directos y claros. Defiendo la vitalidad confusa frente a la unidad transparente. Acepto la falta de lógica y proclamo la dualidad…… Pero una arquitectura de la complejidad y la contradicción tiene que servir especialmente al conjunto; su verdad debe estar en su totalidad o en sus implicaciones. Debe incorporar la unidad difícil de la inclusión en vez de la unidad fácil de la exclusión. Más no es menos.”
En aprendiendo de las vegas, Robert Venturi define su evolución, ya que su actitud simbolista, recurrencias en el arte contemporáneo es irónica y utilizando los convencionalismos, buscando los efectismos, acaba cayendo en el decorativismo y la trivialidad.
Que queda cuando se desvanecen las utopías? El futuro se desvanece y prevalecen el presente y el pasado. En arquitectura, el pico derriba lo viejo (que representa a lo moderno) y lo nuevo es el reciclaje, recupera el pasado, es posmoderno, lo materializa en grandes escenografías y ornamentaciones delirantes.
REFLEXIONES SOBRE LA MODERNIDAD Y POSMODERNIDADLa condición posmoderna se comienza a gestar durante la finalización de los 70 y se “consolida” durante la década de los 80. Tal vez podamos hacer una analogía con el existencialismo pues en dicha corriente teníamos una importante vertiente filosófica y teórica y conllevaba una “moda” que se manifestaba en la vestimenta, hábitos y actitudes.
En la posmodernidad también encontramos ambas vertientes: una producción teórica y una moda que rápidamente se difunde por el mundo apoyada en los medios de comunicación masivos.
En sus orígenes y a fines de los 70, se habla de cultura posmoderna y especialmente referida a la arquitectura, “bajo el nombre de posmodernismo, unos arquitectos se desembarazan de los proyectos de la Bauhaus, arrojando el bebé que aún está en proceso de experimentación, junto con el agua sucia del baño funcionalista.”
Podríamos decir que la “posmodernismo” constituiría una edad de la cultura que se correspondería con la sociedad posindustrial o capitalismo tardío, la era de la tectónica, implicando la automatización y la cibernética. Consecuentemente, tendríamos una profunda mutación en las estructuras sociales tales como la disminución de la cantidad de obreros agrícolas e industriales, aumento de profesionales liberales, técnicos, científicos, servicios.
Aunque las sociedades postindustriales se han desarrollado en los países del primer mundo (allí se gesta la cultura postmoderna), Latinoamérica y Argentina, que no constituyen sociedades postindustriales y que viven esta época de un modo bastante diferente a los países desarrollados, reciben las corrientes de estas ideas como ha sucedido en tantas otras ocasiones en que han sido permeables a las ideas surgidas en Europa.
Ester Díaz dice: “El proyecto de la modernidad apostaba al progreso. Se creía que la ciencia avanzaba hacia la verdad, el arte se expandiría como forma de vida y la ética encontraría la universalidad de normas fundamentadas racionalmente. No obstante, las conmociones sociales y culturales de los últimos decenios parecen contradecir los ideales modernos.
La modernidad, preñada de utopías, se dirigía hacia un mañana mejor. Nuestra época desencantada, se desembaraza de la utopías.”
Como contrapartida a la modernidad, la posmomodernidad sería la resultante del desencanto, ya que los ideales de las grandes filosofías: iluminismo, positivismo, marxismo no se cumplieron, aún considerando que dichos ideales se tomaban como universalistas. Según Lyotard, todos los grandes relatos han entrado en crisis, han sido invalidados en el curso de los últimos 50 años. Es la muerte de las ideologías en el sentido de rígidos sistemas de ideas, que dirigidos al futuro y que, a su manera, prometen emancipar a la humanidad.
El debate político en el que se halla inmersa la arquitectura moderna, no es otro que el del enfrentamiento entre los argumentos a favor o en contra de los nuevos modelos espaciales de convivencia, que sustituyen a los vigentes, con las respectivas implicaciones económicas y sociales. La tensión progresiva de este debate en los últimos cincuenta, años tiene su origen en la importancia de los intereses económicos y sociales, encubiertos por los modelos tradicionales que han impuesto un desfasaje cada vez más ostensible entre el orden territorial y las posibilidades ofrecidas por el avance de las técnicas productivas y organizadoras.
Paralelamente, en el arte y la literatura se manifiesta la reconstrucción y la recomposición: el football y la moda, el tango, Verdi y los Beatles, que gracias a la tecnología de los medio audiovisuales que predominan en la comunicación, constituyen la forma aceptada por la mayoría, especialmente los jóvenes.
En el marco de la cultura posmoderna, se acentúa el individualismo (rasgo de la posmomodernidad) con las consignas de mantenerse joven, bello, delgado, a la moda, consumiendo constantemente confort, objetos de lujo, culto a las antigüedades, resurgimientos de las modas de los 60/70, sin las ideologías que acompañaron a esas décadas.
Gilles Lipovetsky dice de la sociedad posmoderna:” … es aquella en que reina la indiferencia de masas, donde predomina el sentimiento de reiteración y estancamiento, en que la autonomía privada no se discute, donde lo nuevo se acoge como lo antiguo, donde se canaliza la innovación, en la que el futuro no se asimila ya a un progreso ineluctable. La sociedad moderna era conquistadora, creía en el futuro, en la ciencia y en la técnica, se instituyó como ruptura con las jerarquías de la sangre y la soberanía sagrada, con las tradiciones y los particularismos en nombre de lo universal, de la razón, de la revolución. Esa época se está disipando a ojos vistas.
En parte es contra esos principios futuristas que se establecen nuestras sociedades, por este hecho posmodernas, ávidas de identidad, de diferencia, de conservación, de tranquilidad, de realización personal inmediata. Se disuelven la confianza y la fe en el futuro, ya nadie cree en el provenir radiante de la revolución y en el progreso, la gente quiere vivir enseguida, aquí y ahora, conservase joven y no ya forjar el hombre nuevo.
Desde el campo sicoanalítico, Luise J. Kaplan hace una consideración similar: Se dice que estamos entrando en la época posmoderna. Nadie sabe aún con exactitud que es el posmodernismo, pero sea lo que fuere, parece que trae consigo una considerable dosis de desilusión en lo que concierne a los aspectos esperanzados y visionarios del modernismo. Los viejos diálogos se están agotando y no hay diálogos nuevos para reemplazarlos. La vibrante dialéctica del modernismo - sus encendidos éxtasis, sus egoísmos violentos buscando una moralidad que pudiera contenerlos, su espíritu de innovación, sus desafiantes ambigüedades, sus posibilidades especulativas y sus generosas diversidades - se ha consumido en una fría sensación de futilidad y finalización en una resignada aceptación de la carencia y vacío de valores.
En los relatos de la modernidad, la ciencia estaba legitimada por sus promesas de verdad y garantía de un mundo mejor: En el S. XX estas ideas son cuestionadas: Desde la filosofía de la ciencia y desde la ciencia misma, la idea de un universo regular, ordenado se desmorona. El azar ocupa su lugar y la idea del edificio científico perfectamente construido parece una utopía. La promesa de un mundo mejor gracias a la ciencia se ve cuestionada por las aplicaciones militares, la posibilidad de destrucción del medio ambiente por aplicaciones y avances tecnológicos.
La posmodernidad no niega los conocimientos científicos, convalidados por las aplicaciones tecnológicas, pero despojada de los ideales de verdad y progreso.
Pero al mismo tiempo junto a la ciencia hay lugar para el mito, la religión o la magia, cuestionadas por las concepciones de la modernidad) en tanto y en cuanto sean eficaces o presuntamente eficaces.
Jürgen Habermas dice: “Creo que en lugar de abandonar el proyecto de la modernidad, como una causa perdida, deberíamos aprender de los errores de aquellos programas extravagantes que trataron de negar la modernidad”.
En 1980., la Bienal de Venecia incluyó arquitectos en la muestra. La nota dominante de esa primera bienal de Arquitectura fue la desilusión. Diría que los que estaban en Venecia formaban parte de una vanguardia que había invertido sus frentes, sacrificando la tradición de la modernidad en nombre de un nuevo historicismo. En esa ocasión, el crítico del Frankfurter Allgemeine Zeitung esbozó una tesis cuya significación superaba el hecho mismo de la bienal para convertirse en un diagnóstico de nuestro tiempo “La posmodernidad se presenta, sin duda, como Antimodernidad”. Esta afirmación se aplica a una corriente emocional de nuestra época que ha penetrado todas las esferas de la vida intelectual. Y ha convertido en puntos prioritarios de reflexión a las teorías sobre el posiluminismo, la posmodernidad e, incluso la poshistoria.
EL AVANCE TECNOLÓGICOLe Corbusier, Mies Van der Rohe, Louis Kahn, Niemeyer no hubieran podido acceder a la realización de sus obras sin la tecnologías de las megaestructuras, las grandes luces en hormigón.
El desarrollo de la tecnología es trascendental en la formulación de las nuevas formas, aunque su utilización indiscriminada puede llevar a excesos y contrasentidos. Esto significa la pérdida del sentido común, de los criterios instintivos, de los valores estéticos y funcionales que acompañaron por siglos y que representaron culturalmente a los pueblos. “La opción totalizadora de la tecnología y la capacidad de transformación del hombre han de conjugarse con la reflexión histórica, la conciencia del valor de los símbolos y el respeto por el entorno. Ahí estriba el gran reto de la arquitectura actual, saber progresar utilizando todas la disponibilidades de la tecnociencia sin olvidar la memoria”.
RESEÑA DE LA ARQUITECTURA MEXICANA-ULTIMA DÉCADAEn una suerte de definición de la condición del presente se contempla el efecto de la globalización como un principio de desrealización o realidad erosionada cuyas consecuencias en la construcción y comprensión del espacio social es un vaciamiento de los contenidos relacionados con el lugar y el tiempo histórico y la proliferación de las formas como espectáculo.
Para hablar de la arquitectura mexicana realizada dentro de la última década del xx es necesario, por lo menos tendencialmente, fincar su relación con lo que prometió ese siglo: grandes ilusiones y hallazgos en materia de arquitectura y en otras áreas.
La distancia temporal que media entre las construcciones pioneras de la arquitectura que se denominó moderna realizadas por los primeros gobiernos posrevolucionarios y que impulrasan Losé Vasconcelos, Guillermo Zárraga y Narciso Bassols en escuelas, viviendas y edificios, hacia 1994 en la ciudad de las Artes, muestra un periplo de la práctica arquitectónica.
La fase pos-revolucionarias implicó; cambios de vida, una economía distinta y la penetración de nuevas tecnologías. En consecuencia, también se generó otra arquitectura que se pretendió, por entonces mexicana, contemporánea y verdadera. Esto dio lugar a dos corrientes de vocación expresiva y técnica: a) el nacionalismo ecléctico que explora el neocolonial y el neoprehispánico azteca o maya; y b) la tendencia moderna e industrial que encuentra su aliento y justificación teórica y plástica en la corriente más avanzada de la arquitectura contemporánea de la posguerra funcionalismo y racionalismo.
Las primeras aportaciones de la arquitectura mexicana del siglo xx generaron la teoría y los elementos proyectuales mediante los impulsos de Bassols, Zarraga, Aarón Sáens y García Téllez.
Desde 1927 y en los años posteriores, en paralelo cultural y constructivo apareció otra arquitectura realizada por la iniciativa privada. Ejemplo de ello son la colonia Hipódromo y las obras denominadas Art-Deco de Juan Segura. Francisco J. Serrano y Ernesto Buenrostro;los jardines del pedregal de Luis Barragán.
También quedan fijados en la memoria, en el nivel residencial; los hallazgos de arquitectura como Victor de la Lama, Antonio Atolinni y Francisco Artigas-a “la recherche” de Richard Neutra en los Angeles, y la obra memorable del pasaje; Jacarandas, en la zona Rosa, de Ramón Torres y Héctor Velásquez.
Pero también en esa época, en la segunda mitad de los cincuenta y los sesenta, apareció en la arquitectura mexicana una corriente de resistencia, no necesariamente organizada, en franca o posición a la admisión acritica de la modernidad transnacional, y consiguientemente a la admisión de la pérdida del concepto de lugar y de apropiación habitable. La recuperación de una arquitectura apropiada y local que sirve de faro hacia una práctica de resistencia Cultural en México desde los años sesenta sin embargo, cito también obras como la de Ricardo Flores en la casa Macotela con su gran cubierta abarcante el uso del color por contraste, y la influencia de los múltiples niveles que se disuelven tomando la pendiente de la barranca. Fue este el tiempo en el que la arquitectura mexicana alcanzó con sus obras una altura y un renombre internacional: el museo de Antropología y el Palacio Legislativo de Ramírez Vázquez y asociados; las obras progresivamente más logradas que definen la escala monumental del edificio público y del rigor en el uso al concreto sabiamente monolítico de Zabludovsky y González de León, desde el INFONAVIT hasta el colegio de México; y sus hallazgos tempranos de Ricardo Legorreta desde su obra de Célanese tras las huellas de Enrique De la Mora en el Edificio “Coatlicue” de Seguros Monterrey-, hasta los hoteles Caminos Real de Cancún é Ixtapa, con una clara influencia de Luis Barragán.
Pero también en los setentas e inicios de los ochenta aparecieron las obras señeras de la generación de arquitectos que realizaban búsquedas íntimas al interior del oficio. La casa Gilardi de
Luis Barragán y Raúl Ferrera, que captura la evanescencia de lo sólido que se disuelve en el aire, ahí donde la alberca atrapa al tiempo y vacía el espacio de asideros. Las iglesias de ladrillo visto de Carlos Mijares en Michoacán. En una de ellas unos arcos pareadps vinculan por u lado a una torre que conecta con un acceso por el otro, dichos arcos se suceden ampliándose y girando a 45° respecto de si mismos, generando simultáneamente una capilla abierta a modo de las del XVl y un espacio alucinante como de Piranesi. La apertura llego el año de 1982 con cambios económicos y políticos la privatización de los bienes nacionales y el hacia la integración del Gatt y al Tratado de Libre Comercio. Estos factores introdujeron, en el último tercio del siglo y en medio de la crisis espasmódica y recurrente, la globalización y sus fenómenos culturales anexos: la posmodernidad y la construcción de una sociedad de masas burocrática y de consumo, dirigido, el predominio de los medios masivos de comunicación, la expansión de la informática y la ruptura con la idea del progreso histórico de matriz iluminista.
Así, la arquitectura de fin de siglo XX y de principios del XXl, la real y contemporánea, es la globalizada; pero contres versiones tipologicas base:
A) Para ordenar el desorden urbano y crear momentos de comunidad, surgen los esquemas competitivos que permiten acomodar los proyectos arquitectónico-urbanos a las nuevas condiciones de la producción contemporánea. Los “contenedores híbridos”.- así surgen los hitos reales urbanos del fin del siglo para el hombre posmoderno, son espacios como Perisur, Santa Fe y Mundo E, y sus ciertos de remedos. Los “fashion bulidings” .- su metáfora más rutilante conocida hoy es Guggenheim de Bilbao; edificio lúdico con un exterior fascinante que centraliza el valor del entorno histórico y, en contradicción, un interior indiferente solucionado como áreas standart de un shooping. En méxico sus expresiones análogas son: la rutilante silueta de la Bola de Valores de Juan José Díaz Infante; el Corpotativo Calakmul de Agustín Hernández. Cuyas cuatro fachadas cósmicas son indiferentes al lugar pero emotivamente memorable.
B) La construcción ordenada de la valoración del sitio urbano en camino a la explosión de plusvalía. El block-torre vitrocúbico y espectacular, con lenguajes sustituibles en el tiempo, según el estado de las modas imperantes, concebido de múltiples placas-pisos según la renta probable, vacio, sin función especifica y de variada disposición probable e inteligente; en y para el espacio de trabajo terciarizado.
C) La tercera tipología recurrente es la organización convocatoria de los nuevos territorios de la mancha habitada, con la centralidad convocante “alternativa” en los malls comerciales como expresión “pret-a-porter” de fantasmagorías de la mercancía y su consumo fruitivo y vacuo. Su modelo conceptual y teórico es tomado de Disneylandia, y se basa en la intensidad de experiencias y en la permutabilidad constante, permisible y probable.
ARQUITECTURA EN MÉXICO ULTIMA DÉCADA Y NUEVO MILENIOHistoricismoPor la cantidad de la producción en todo el país, es necesario referirse primero a la enorme producción de arquitectura con antecedentes formales históricos.
Ante la cantidad de estas obras, parecería que más de setenta años de arquitectura moderna no tuvieron importancia en México. El éxito de estas interpretaciones “historicistas” hechas con las variantes inevitables de talento, es un testimonio contundente de la vigencia de una arquitectura que difícilmente es incluida en revistas. Las obras varían, desde las primeras versiones neo coloniales de Juan Segura, Francisco Serrano, Carlos Obregón Santacilia, Caco Parra, Rafael Urzúa, o Luis Barragán, hasta la refinada elegancia que logró Francisco Artigas en algunas de sus extraordinarias casas en ese estilo.
El talento de los intrépidos exhumadores de la memoria colectiva; basta recorrer las miles de “cupulitas” que adornan a los desarrollos, con guardia a la entrada, para darse cuenta que mexicolandia existe.
RegionalismoLos ejemplos más notables y conocidos en México han sido algunas obras de Luis Barragán o de Enrique del Moral. Sin embargo, en el caso de Barragán, su rechazo a la modernidad abstracta le llevó a usar tecnología caduca, como techados con vigas de madera, que resultaba anacrónicos para un arquitecto que habrá realizado antes obras con elementos técnicos más avanzados.
Un análisis de sus obras revelan que tomó estos elementos, y otros, para hacer obras que por su complejidad y escala, Barragán simplemente no pudo, o no quiso, realizar.
Las pruebas evidentes del valor de esa obra se tiene en el caudal grande e importante por la cantidad de la producción de seguidores, que han conformado, una verdadera “escala” que tiene muchas obras de diversos niveles de calidad.
Modernidad actualizadaDesde la implantación de la arquitectura internacional en muchos países, incluyendo el nuestro la réplica o copia de obras con tecnología avanzada o de moda, ha sido un recurso que se ha usado para, colocarse como “moderno”, sin sufrir las molestias e incertidumbres que toda creación implica. Se puede ser moderno, automáticamente, al copiar la “modernidad” de otra obra. Se copian formas, materiales y detalles técnicos de moda y que “dicta” la modernidad para su grupo de seguidores jóvenes, y desinformados clientes.
Sin embargo este proceso no es tan malo, ya que implica una labor de aprendizaje así sea inconsciente-por medio de la imitación que permite avances más rápidos al incorporar la experiencia de otros.
ExperimentalismoLos experimentos basados en la investigación formal no son aun importantes en México. La tendencia a relegar todos los aspectos funcionales y operativos que una obra de arquitectura debe cumplir hace que el formalismo de estas obras sea obsesivo y resulte en graves fracasos en su uso y mantenimiento. Hay enfatizar que la libertad y la audacia que se permiten, resultan útiles para mostrar las posibilidades que algunas tecnologías y materiales pueden ofrecer. No obstante, esta producción es escasa, por que son pocos lo que se atreven a realizarlas y menos a construirla.
Modernidad Apropiadas y SustentablesUna quinta alterativa se refleja en las obras de arquitectura que intentan una relación directa con el contexto donde se ubican, y que son realizadas con un lenguaje formal y sistemático constructivos modernos.
Afortunadamente, la mejor producción de Obregón Santacília, Artigas, O´Gorman, del Moral, o Álvarez, se ha continuado en obras que, a partir de un lenguaje arquitectónico moderno, responde con creatividad a sus características especificas de su clima, topografía y cultura. Un caso notable es lo que se podría definir ya como una verdadera “escuela” en Mérida, que ha logrado tanto en calidad como en cantidad, un avance extraordinario; esta tendencia es ya visible también en ciudades como Aguascalientes, Distrito Federal, Guadalajara, Monterrey o Puebla. Creo que los avances en este sentido son valiosos y anticipan, desde luego, una mayor calidad.
CONCLUSIONESLa afirmación de que, en realidad, el Movimiento Moderno no existe y de que se trata de un fenómeno únicamente constatable en la historiografía -y ello en distintas versiones- parece, más que nada, obvia. En cualquier caso, puede no estarse de acuerdo con tal afirmación, ya que los historiadores de la arquitectura, en la materialización de su trabajo de formalización teórica de los procesos reales que afectan a los arquitectos y a su actividad “cultural no han renunciado a tratar también un último capítulo de su “historia” en tanto que ciclo unitario y compacto, que preparase, en medio siglo, una nueva arquitectura.
La fórmula “Movimiento Moderno” se ha usado con distintos significados, pero, de entre ellos, uno se ha llevado a mayor grado de importancia: se trata de la teoría que considera el movimiento moderno como un arco de experiencias ligadas entre sí sin solución de continuidad que arranco con las figuras de Ruskin y Morris y concluiría con la Bauhaus y Walter Gropius.
El éxito de una teoría tan arbitraria como la de la unidad histórica la cual es defendida por Pevsner, la cual se refiere al proceso evolutivo que va de William Morris a Walter Gropius.
La “verdad” y la inteligencia de una interpretación semejante, vigente de cuarenta años a esta parte, ni se han discutido ni se discuten. De las que sí hay que dar razón es de sus auténticas relaciones con la realidad. Se trata de comprender las razones para que prevaleciera una sola teoría frente a todas aquellas que podían haberse propuesto y aquellas otras propuestas de hecho, algunas de ellas formuladas con autoridad, pero mediatizadas siempre por la primera, que mantiene su hegemonía. Se trata, también, de determinar su funcionalidad en orden a las ideologías dominantes.
Una larga y detallada aproximación al hombre y a su ambiente social ha servido para configurar más apuradamente los rasgos de una figura que se manifiesta contradictoria hasta límites increíbles.
Podemos decir de alguna manera, solo por referirnos a una autor que Morris no convencen a nadie; pues su obra literaria es especialmente penosa; jamás hizo arquitectura; y apenas tuvo qué decir de la ciudad, salvo para negarla. Ciertamente no ha sido un personaje decisivo para el movimiento en el arte.
Por citar algunos muchos autores que tuvieron o que influyeron de manera importante a la historiografía de la arquitectura podemos mencionar a Walter Gropius, autodesignado líder ideológico del Movimiento Moderno, y de Nikolaus Pevner, historiador que confirmaría tal designación. Decididos ambos a fundar una línea muy concreta y clara de la arquitectura moderna, que llegaría a ser muy apreciada y considerada como rica en perspectivas positivas en el marco conservador del mundo occidental de los años treinta; y ello, al precio de una rigurosa criba practicada sobre los procesos históricos reales.
En determinado periodo la duplicidad de las posturas intelectuales ante el desarrollo industrial y la lucha de clases son, efectivamente sistemas ideológicos de recurrencia en la historia del arte y de la arquitectura moderna.
Ruskin y Morris, han tenido una hipotética continuidad histórica eventualmente prolongable hasta nuestros días, aunque se hayan considerado con un pensamiento negativo y renuente.
Ahora bien, el aparato historiográfico que resigue la continuidad “positiva” de la cultura arquitectónica, desde Morris hasta Gropius ha tenido grandes obstáculos pues se dice que ha sido imposible la plena valoración de figuras tan brillantes como Le Corbusier y Mies van der Rohe; se ha mantenido en el olvido a los auténticos protagonistas de la arquitectura moderna en la Alemania. Por lo cual me atrevería a decir que si no son retomados nuevamente, no podríamos comprender la verdadera intención de la arquitectura moderna.
Entonces podríamos afirmas que cualquier autor que haya aportado cualquier teoría sobre el futuro de la arquitectura moderna aunque haya sido considerada contradictoria e incluso ambigua en mi opinión, puede mostrarnos algo muy distinto.
La consideración del concepto de arquitectura como un producto humano y por ello histórico, nos ha permitido abordar el problema que advertimos central para los arquitectos aún hoy en día: el de la definición de lo arquitectónico. Nos parece que una de las mayores dificultades para lograrlo ha sido haber partido de la idea de encontrar en lo arquitectónico algo permanente, eterno y perdurable al paso del tiempo; de buscar en la arquitectura una esencia inmutable que lo equiparara con los objetos naturales que permitiera, por ende, estudiarlo como algo ajeno al hombre, como objeto independiente de la voluntad humana tal como se desprende de la pregunta clásica: ¿Qué es la arquitectura?, misma que casi obliga a responderse como si en realidad la pregunta fuese: ¿Qué ha sido siempre la arquitectura?
Al ubicar el concepto como una idea variable que cambia conforme el hombre cambia, nos hemos dado cuenta que la única pregunta válida sería: ¿Qué creemos ahora, en este momento, que es la arquitectura? o quizá, ¿Qué es para nosotros la arquitectura?, y que la respuesta no depende simplemente de nuestra opinión personal sino de la opinión social, es decir, de lo que la sociedad ha establecido convencionalmente que es lo arquitectónico. La idea de la arquitectura es, pues, un asunto convencional; una propuesta social para destacar ciertos aspectos mas que una descripción de cualidades intrínsecas eternas de un objeto o de una actividad; por ello, lo que aceptamos ahora como arquitectura, es decir, espacios habitables hechos por el hombre, tendrá que cambiar al paso del tiempo para señalar otros aspectos que se consideren mas valiosos o mas importantes.
Este punto de vista nos ha permitido determinar que en el pasado lo arquitectónico era incluso otra cosa, y que la lectura de los tratadistas del pasado realizada a través del cristal de nuestra idea actual de la arquitectura nos ha impedido penetrar en su verdadero significado; por ello, hemos establecido que lo arquitectónico para Vitruvio y Alberti, por ejemplo, era lo mismo que lo que actualmente calificamos como construcción, por lo que, para estudiarlos y entenderlos, tenemos que leer construcción en donde dicen arquitectura.
Al separarse la arquitectura en dos ramas de la construcción, tomando una el nombre de ingeniería civil y conservando la otra el nombre aunque no el campo profesional, se creó una falsa dicotomía suponiendo que la belleza y la tecnología, o la belleza y los aspectos constructivos y de utilidad, no eran compatibles, lo que llevó a enfatizar a estos profesionales uno los aspectos en detrimento del otro. Sin embargo, en las propuestas para resolver el conflicto se percataban del error pues tanto los ingenieros civiles como los arquitectos hablaban de la reunión de los dos aspectos: para unos, la solución era la formación de un profesional que fuese a la vez un técnico y un artista, en tanto que para los otros, era un profesional con la doble cualidad de artista y técnico. Es claro que un aspecto primero que el otro, según el enfoque, no puede establecer mayor diferencia y que por ello podemos suponer que, en el fondo, las propuestas conducían a un retorno al origen, a la restitución de la unidad entre el Arte y de la Ciencia de la Construcción, a fusionar nuevamente lo que sin remedio ya se había separado.
A manera de reflexión y hablando de la realidad de nuestro país:
Si tomamos en consideración las premisas de William Morris, deberíamos plantearnos que la ciudad en la que vivimos y el hábitat a que aspiramos, no son precisamente aquellos modelos determinados por la particular realidad de la ciudad ni de un país del mundo no desarrollado, sino por la imposición de pautas importadas que nada tienen que ver con la necesidad y la pauta cultural local. Hasta ahora nos creímos franceses primero, luego ingleses, mas tarde norteamericanos. ¿No será que debemos elaborar una nueva síntesis, probablemente también transgresora y desprejuiciada, pero nueva, auténtica, con pertenencia, con identidad? Quizás debamos comenzar a respetar nuestras costumbres, nuestro espacio, nuestro pasado y nuestro presente, que son los que pautarán verdaderamente nuestro modo de vida, nuestro hábitat.
Todas las transformaciones que sufre nuestra América en los últimos 50 años encuentran su expresión más contundente y visible en la ciudad y su arquitectura. A pesar de la dureza de las condiciones actuales hay un deseo muy poderoso de cambiar la realidad actual hacia espacios urbanos que materialicen las ansias de un mejoramiento en las acciones que se llevan a cabo por parte del poder gobernante.
La arquitectura no sólo es estética, sino también es ética, moral, manera de pensar y de vivir…… La dialéctica de la arquitectura refleja la dialéctica de la vida. En ella existen simultáneamente: continuidad y mutación, lo universal, lo nacional y lo individual, lo objetivo y subjetivo, lo intelectual y lo emocional, lo eterno y lo transitorio, lo objetivo y contextual.
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