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Arquitectura Meopot�mica


 



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La producci�n art�stica de la hasta ahora hemos indicado las caracter�sticas esenciales se expresa a trav�s de una serie de �g�neros� o categor�as sobre cuya autonom�a es evidente mente posible formular reservas. Pero tambi�n es verdad que el culto de las formas tradicionales, con los fen�menos de supervivencia y arca�smo, junto con el componente religioso y hasta m�gico de los modelos, confiere a estos �ltimos una funci�n esencial. Ser�a un error creer que, como en el caso de otras civilizaciones, esto sirve sobre todo para las artes figurativas. Antes bien, la tipolog�a arquitect�nica -es decir, el conjunto de modelos (casa, templo, palacio etc..) del cual dependen las obras completas - constituye un adecuado paralelo de la tipolog�a escult�rica , detal manera que las formas tipo de los edificios tienen valor de modelos no menos que las estatuarias. Por otra parte, esta convergencia que la cr�tica moderna sugiere entre las tipolog�as de la arquitectura y las iconograf�as de las artes visuales -o sea las im�genes figuradas que brotan de la creatividad de escultores y pintores- halla en Mesopotamia (como en otras regiones del pr�ximo oriente antiguo, en particular Egipto) una comprobaci�n muy considerable. Esto se verifica especialmente en el caso de los toros alados de cabeza humana, insertados en las puertas de los palacios para protegerlos con su fuerza m�gica (car�cter profil�ctico); y en el de los relieves esculpidos en las paredes de las salas, como gu�a ideal de los visitantes. Asistimos aqu� -como para las esfinges situadas en la entrada de los templos egipcios- a las manifestaciones de un arte que combina elementos arquitect�nicos y escult�ricos al realizar sus fines determinados. En tales fines se pueden reconocer las condiciones necesarias para entender la articulaci�n de la tipolog�a arquitect�nica. As�, en el culto de los dioses encontramos la premisa natural del templo, en la expresi�n del poder real de palacio. Ni ciertas carencias est�n privadas de significado: por ejemplo, faltan los edificios para espect�culos y deportes, ya que estas actividades van unidad ambas a la vida del palacio y del templo, sin asumir autonom�a propia. Como se ha dicho, la actividad fundamental de las gentes mesopot�micas es la construcci�n de templos en honor de los dioses. Ya antes de los sumerios y despu�s de ellos a trav�s de la documentaci�n no s�lo antropol�gica sino tambi�n literaria , parece clara la din�mica del pensamiento mesopot�mico: en el �mbito de la ciudad-estado 8el sistema pol�tico con el que los sumerios se asoman a la historia), cada centro tiene su dios, cada dios tiene su soberano que lo representa en la Tierra; y es deber primero del soberano erigir lugar de culto, para que el dios pueda complacerse y asegura como contrapartida el gran recurso necesario para la vida de la regi�n, esto es: el agua fecundadora de los campos. Una inscripci�n del soberano sumerio m�s famoso, es Gudea que gobern� la ciudad de Lagash alrededor del 2000 a.c, expresa estos conceptos de forma tan evidente que conviene citarlo directamente. Habla en primera persona el dios de la ciudad: �Cuando el fiel pastor Gudea empiece a construir mi templo real, el agua ser� anunciada por un viento en el cielo: entonces la abundancia llegar� a ti desde el cielo e hinchar� la tierra. Cuando se coloquen los cimientos de mi templo, entonces habr� prosperidad. Los grandes campos te llevar�n frutos, las osas y los canales se llenar�n de agua para ti� �...� E la tierra de los sumerios el aceite se producir� abundancia, la lana se pesar� en gran cantidad �...�El d�a en que empieces a construir mi templo, yo pondr� el pie sobre los montes, all� donde habita la tempestad; desde el lugar de la tempestad, desde los montes, desde los lugares puros, yo te mandar� la lluvia, que dar� vida a la tierra�.Circustancias ambientales determinadas, referentes al material, condicionan la construcci�n de los templos. En el �rea Mesopot�mica, y particularmente en el sur, se construye desde la prehistoria con ladrillos de arcilla, modelados y secados al sol. Se superponen de una forma tan compacta y maciza, que el muro raramente aparece interrumpido por ventanas, las cuales comprometer�an su solidez. Falta la columna: o por lo menos no existe la columna con funci�n portante, sino a veces con funci�n ornamental. Las paredes se articulan con frecuencia en entrantes y salientes, que mitigan la uniformidad pero no la solidez. La luz se obtiene mediante aberturas en el techo. Las puertas de acceso tienen amplias dimensiones y constituyen la �nica interrupci�n efectiva de la continuidad de las paredes. Desde el punto de vista de la planta, el templo mesopot�mico aparece inicialmente como �nico espacio rectangular, que tiene el altar en uno de los lados cortos y la mesa de las ofrendas delante de �l. El altar no puede faltar y por ello la elevaci�n formada por su plataforma en el lado corto de a planta es el car�cter distintivo del lugar sagrado. La entrada est� a menudo en uno de los lados mayores, o en ambos por la parte opuesta a la del altar. En la siguiente evoluci�n del santuario -que tiene lugar ya en el periodo prehist�rico- al espacio �nico se a�adan otros y aparece el uso del patio, generalmente en el lado m�s ancho de la estancia sagrada.
En el conjunto as� ampliado se insertan las habitaciones de los sacerdotes y de los funcionarios, a veces tambi�n las de los escribas anexos a la administraci�n del templo y los dep�sitos de los productos alimenticios. Lo completa el cintur�n de murallas y de esta manera queda separado del resto del �rea ciudadana, constituyendo un temenos (�rea sagrada). El concepto de �rea sagrada prevalece obre el del lugar sagrado; y existen t�menoi con m�s de un templo, adem�s de con m�s de un palacio de soberanos porque, como veremos, el edificio profano se integra muy pronto con el sagrado. Una distinci�n fundamental que aparece desde la prehistoria, es entre templo �bajo� y templo �alto�; el primero se apoya directamente en el suelo, el segundo se construye sobre una terraza de base. La terraza de base es el punto de partida de un ultrerior tipo de edificio sagrado, que ser� el m�s caracter�stico de toda la civilizaci�n mesopot�mica: el zigurat (o ziggurat) o torre del templo, construido por una serie de terrazas superpuestas de dimensiones decrecientes hacia arriba, con un santuario en el v�rtice. Un sistema de escaleras en los lados permite la ascensi�n piso por piso, hasta la cima. Inmediatamente surge el recuerdo de un t�pico monumento egipcio, la pir�mide escalonada, que aparece m�s o menos al mismo tiempo: y es dif�cil que no haya existido influencia entre un tipo y otro Sin embargo, es problem�tico establecer en qu� sentido y manera tanto m�s que el destino de los dos monumentos es distinto, ya que el zigurat permanece y se perfecciona en el tiempo; mientras que la pir�mide escalonada desaparece para dejar paso a la de pareces lisas. El esquema de palacio mesopot�mico no difiere-salvo, en la falta de espacio sagrado- del del templo: un patio alrededor del cual se disponen las habitaciones, abiertas todas a dicho patio. La comunicaci�n con el exterior se asegura con una puerta que se abre a la calle. Tal esquema puede multiplicarse con la combinaci�n de otros conjuntos con un patio en el centro: ya a principios del II milenio a.c el palacio de Mario se extiende sobre en �rea de m�s de dos hect�reas y media; presentando un conjunto de casi trescientas habitaciones. Particular inter�s adquiere la presencia de grandes palacios de uno o m�s santuarios(nosotros lo llamaremos capillas): evidentemente, la integraci�n entre edificio civil y edifico sagrado contin�a y se desarrolla desde �pocas antiguas, con un cambio de importancia que enfatiza el car�cter civil.

La arquitectura funeraria, tan esencial en otras religiones y muchos pueblos vecinos presenta un desarrollo mucho menor en Mesopotamia. S�lo en �poca sumeria , en la ciudad de Ur, se encuentran hipogeos de cierta importancia. A la I dinast�a Ur -es decir, hacia mediados del III milenio a.c -corresponden las tumbas reales que se han hecho famosas tanto por la cantidad de joyas que conten�an, como por el sacrificio de los familiares y del s�quito que all� se encuentra testimoniado. Las tumbas est�n construidas por c�maras subterr�neas abovedadas, en ladrillo, a las que se accede por un amplio foso de paredes en declive, que penetra en el terreno con ligera pendiente. M�s importante arquitect�nicamente, tambi�n en Ur, es la necr�polis de la III dinast�a (finales del II milenio). A nivel del suelo sobre estas tumbas -igualmente subterr�neas y abovedadas- se eleva una construcci�n que tiene un aspecto de edificios con patios: puede tratarse del lugar donde se veneraban los difuntos, o en cambio puede ser su residencia en vida.

Es necesario recordar la situaci�n religiosa que es la raz�n del escaso desarrollo de la arquitectura funeraria. A diferencia de otros pueblos dela antig�edad -concretamente los egipcios-, los mesopot�micos tuvieron una fe muy l�bil y vaga en la existencia ultraterrena. Que dicha fe no faltaba, nos lo revelan en algunos textos que hablan de personajes de r4egreso de la morada de tristeza y dolor en el m�s all�, o de visitas a tales personajes; pero se trata de hechos limitados y, sobre todo, a nivel de superstici�n popular o de la mitolog�a que evoca tiempos remotos. Es necesario observar, para concluir, que la arquitectura mesopot�mica, muy definida y predominante en todo el valle de los dos r�os, registra tambi�n algunas irradiaciones m�s all� de sus fronteras. La estructura de los templos anat�licos -que se observa en distintos templos de la capital, Khattusha- renueva la forma mesopot�mica de las habitaciones recogidas alrededor de uno o m�s patios, aunque las paredes exteriores se abren en amplias ventanas por las que entra la luz. Otro tanto puede decirse de la regi�n siria, donde el poder mesopot�mica se difundi� con gran fuerza.

En todo caso, reconocer una obra de arquitectura mesopot�mica siempre es posible y a menudo bastante simple. Toda una serie de caracter�sticas muy evidentes constituyen el armaz�n de la identificaci�n y a su vez su garant�a: tales caracter�sticas se refieren al arte que surgi� o se irradi� de Mesopotamia, y que no se verifican en otros lugares, ni siquiera en alguno de los mundos geogr�ficamente vecinos un templo en planta central con un patio a cuyo alrededor se recogen las diferentes habitaciones, con la c�mara sagrada se�alada o el altar en el lado corto y por la mesa de las ofrendas delante de dicho altar, es s�lo mesopot�mico. En Egipto la estructura era completamente distinta, con una sucesi�n de espacios desde el exterior hasta el espacio sagrado. El material de construcci�n contribuye decididamente a la identificaci�n: los ladrillos crudos son t�picamente mesopot�micos, el contraste entre ellos y la piedra egipcia es claro y lo mismo ocurre con sus consecuencias totalmente distintas en cuanto aberturas y afluencia de luz. Finalmente, la base del templo en las terrazas superpuestas y degradantes es un hecho tan t�pico de Mesopotamia que hace r�pidamente reconocible la arquitectura, y no es ciertamente el breve par�ntesis egipcio de la pir�mide escalonada el que pueda alterar este estado de las cosas.


 





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