La colegiata de San Pedro, aut�ntica joya de la arquitectura rom�nica castellana con la que cuenta la ciudad de Soria (Espa�a), acumula tambi�n el t�tulo de concatedral desde 1959, fecha a partir de la cual comparte la sede catredalicia con El Burgo de Osma.La primitiva iglesia pudo tener su origen en los a�os en que Alfonso I el Batallador, ocupado en los asuntos castellanos por su matrimonio con Urraca de Castilla, emprendi� la repoblaci�n de Soria (1109-1114). En 1152, constituidos los can�nigos en comunidad mon�stica bajo la observancia de la regla de San Agust�n, decidieron derribar el templo antiguo y erigir uno nuevo dotado adem�s de un gran claustro y de las dependencias propias de un centro monacal. Todo ello se hizo en el mejor estilo rom�nico imperante en la segunda mitad del siglo XII. Desafortunadamente, la iglesia se desmoron� en 1520.
Inmediatamente se iniciaron las obras de reedificaci�n de las que se encarg� el maestro Juan Mart�nez Mutio. A finales de siglo, con la construcci�n del campanario qued� culminada la nueva colegiata. Posee cinco naves con b�vedas de crucer�a soportadas por columnas de secci�n circular. La portada plateresca actual est� adosada al hastial meridional del primitivo crucero y oculta, aunque son visibles desde el interior, tres ventanas pertenecientes a la f�brica rom�nica.
Las naves del templo rom�nico ten�an una anchura total aproximada de 21 metros, mientras que la longitud del crucero era de 35 metros, lo que supon�a que �ste sobresal�a unos 7 metros a cada lado de aqu�llas. La iglesia renacentista se construy� con anchura igual a la longitud del crucero de la primitiva, por lo que los cerramientos laterales hubieron de desplazarse 7 metros hacia el exterior. Esta operaci�n no present� ninguna dificultad en el lado sur libre de impedimentos, no as� en el norte al que estaba adosado el claustro. Sin ning�n miramiento ni aprecio por el valor de este claustro, del que Gaya Nu�o ha dicho que es �el m�s bello de Espa�a, por la elegancia de las proporciones, la esbeltez de las arquer�as y lo nuevo de la decoraci�n�, derribaron el ala meridional del mismo, y a�n hay que congratularse de que no sucumbiera en su totalidad por cualquier f�til motivo.
Sobre un podio corrido se asienta una sucesi�n de basas de garras sobre las que descansan parejas de esbeltos fustes rematados por capiteles dobles que soportan a su vez los arcos de medio punto. Cada ala del claustro est� dividida en varios tramos por elementos prism�ticos a los que se adosan columnillas en dos �rdenes superpuestos de gran originalidad. Hay una gran variedad de capiteles que ostentan diversos motivos decorativos, desde vegetales, palmetas y roleos, hasta sirenas, grifos, guerreros, adem�s de escenas historiadas.