Corr�a el a�o 1141 cuando Don Pedro de Atares, merced a una promesa, don� los Valles de Veruela y Maderuela a los monjes de Scala Dei para que se fundase un monasterio bajo la advocaci�n de la Virgen Mar�a. Sin embargo, la orden del Cister no dio el permiso para que se procediese a la fundaci�n hasta 1145.Los monjes blancos encontraron en los entonces frondosos bosques del somontano del Moncayo el silencio y la soledad que su regla mon�stica exig�a, adem�s de otros elementos fundamentales para la vida cisterciense piedras �las canteras de la zona- y agua �la del r�o Huecha o La Huecha-. Ese r�o fue, precisamente, el eje de la articulaci�n del se�or�o verolense. Veruela como se�or de vasallos pose�a las localidades de Ainz�n, Alcal� de Moncayo, Bulbuente, Litago Pozuelo de Arag�n y Vera de Moncayo, adem�s de poseer una granja en Magall�n (la conocida como Granja de Muzalcoraz), sin olvidar que hasta 1409 posey� tambi�n Malej�n. Todas estas posesiones convert�an a la instituci�n se�orial de Santa Mar�a de Veruela en el gran se�or del Valle de La Huecha y de las actuales comarcas de Borja y Tarazona.
El edificio re�ne en sus piedras diversos estilos art�sticos, que van desde el rom�nico en la portada de la Iglesia abacial, pasando por el g�tico del interior del mismo templo o del claustro medieval, el renacimiento en las reformas realizadas por Fray Hernando de Arag�n y el barroco en la portada de la sacrist�a y del monasterio nuevo.
Veruela fue abandonada por los cistercienses en 1835, cuando la desamortizaci�n, lo cual propici� la destrucci�n y el abandono del cenobio. No obstante una junta de conservaci�n formada por gentes de Borja y Tarazona impidieron su ruina total y merced a la creaci�n de una hospeder�a pudieron conservar el monumento. A dicha hospeder�a fueron durante la segunda mitad del siglo XIX la alta sociedad zaragozana e ilustres personajes como los hermanos B�cquer, Gustavo Adolfo y Valeriano �el pintor-; ambos encontraron en Veruela, el lugar rom�ntico por excelencia que les inspiro parte de su obra, surgiendo as� obras como Rimas y Leyendas, o la colecci�n de grabados del pintor. Gustavo tambi�n public� diversos art�culos period�sticos en la prensa de la �poca. Indudablemente la presencia del poeta ha otorgado a Veruela la universalidad de la que hoy disfruta, algo que no consigui� ni la larga presencia cisterciense (1145-1835), ni la estancia jesuitica en el periodo (1877-1975). Universalidad que podremos respirar en la �ltima joya que Paradores Nacionales va a impulsar.
|