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Arquitectura Isl�mica


 



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Or�genes y caracter�sticasDos rasgos dominantes del arte y la arquitectura isl�micas, la importancia de la decoraci�n caligr�fica y la composici�n espacial de la mezquita, estuvieron �ntimamente ligados a la doctrina isl�mica y se desarrollaron en los primeros tiempos de su religi�n.

El profeta Mahoma fue un rico comerciante de La Meca que experiment� una serie de revelaciones divinas a los 40 a�os y comenz� a predicar la nueva fe. Sus ense�anzas est�n contenidas en el Cor�n, libro sagrado de los musulmanes, que recogi� la herencia ling��stica de la literatura �rabe. La posici�n esencial que este libro ocupa en la cultura isl�mica y la est�tica propia de la escritura ar�biga, contribuyeron al desarrollo de los estilos decorativos caligr�ficos en todos los campos del arte isl�mico. Con la palabra escrita, especialmente las inscripciones cor�nicas, se decoraron las mezquitas y sus objetos lit�rgicos.

En el a�o 622 d.C. Mahoma huy� de La Meca en direcci�n a Yatrib, la futura Medina, en lo que se denomina la h�gira, que supuso el inicio de la cronolog�a isl�mica. En Medina, Mahoma reuni� a un grupo de creyentes para celebrar la oraci�n comunitaria. La casa de Mahoma consist�a en un recinto cuadrado de muros de adobe abierto a un patio, rematado por un soportal o cobertizo en el lado sur. En el muro oriental se levantaron las habitaciones de las mujeres del Profeta, volcadas hacia el patio, donde se reun�an los fieles para orar bajo las directrices de Mahoma, que se sub�a en un estrado para dirigirles. En esta disposici�n se ha querido establecer el origen de las futuras mezquitas, que suelen presentar un patio interior (sahn) rodeado de p�rticos (riwaqs) y un espacio cubierto (haram), articulado mediante naves de columnas y delimitado por la quibla, el muro que se�ala la direcci�n de La Meca.

Los primeros seguidores de Mahoma fueron pueblos n�madas procedentes de la pen�nsula Ar�biga, con escasas tradiciones art�sticas, en contraste de los imperios que conquistaron posteriormente. A medida que se expandi�, el islam asimil� las distintas tradiciones culturales y art�sticas de los pueblos sometidos, instaurando as� un estilo art�stico propio, que var�a de acuerdo con las diversas �reas clim�ticas o los materiales disponibles. Algunos motivos adaptados de otras culturas se convirtieron en temas universales del mundo isl�mico.

El arte isl�mico evolucion� a partir de muchas fuentes, como las romanas, paleocristianas o bizantinas, que se entremezclaron en su primera arquitectura, el arte persa Sas�nida y los estilos del centro de Asia, incorporados a trav�s de las incursiones turcas y mongolas. El arte chino constituy� un ingrediente esencial de la pintura, la cer�mica y las artes textiles.


Desarrollo hist�rico

El desarrollo del arte isl�mico desde el siglo VII al XVIII se divide en tres periodos. El periodo de formaci�n, que coincide aproximadamente con el califato Omeya (661-750), bajo cuyo mandato el territorio isl�mico se extendi� desde Damasco (Siria) hasta Espa�a; el periodo medio que abarca la �poca de los califas Abas�es (750-1258), establecidos en Bagdad (Irak), hasta la conquista mongola, y el periodo que transcurre entre esta conquista y el siglo XVIII.

Dentro de esta secuencia se pueden discernir, en las diferentes partes del mundo isl�mico, diversos estilos art�sticos asociados a las correspondientes dinast�as de gobernantes. Adem�s de aquellos relativos a las grandes dinast�as Omeya y Abas�, cabe mencionar otros estilos, como el de los turcos Sely�cidas, que gobernaron Ir�n desde mediados del siglo XI a 1157; el de los k�nidas, pueblo mongol que control� el este de Ir�n de 1256 a 1349; los Timur�es, grandes mecenas de la cultura iran�, instaurados al oeste de Ir�n entre 1378 y 1502 y los Safaw�es, gobernantes de la totalidad de Ir�n de 1502 a 1736. El arte isl�mico tambi�n floreci� bajo los turcos otomanos, que dirigieron Turqu�a de 1299 a 1922 y extendieron su imperio por Egipto y Siria en el siglo XVI. En el noreste africano destacan estilos relacionados con el reinado de los fatim�es (909-1171) y con el de los mamelucos, que controlaron estos territorios desde 1250, mientras que en el Magreb y el sur de la pen�nsula Ib�rica cabe mencionar el apogeo de las tribus bereberes, los almor�vides y los almohades, as� como la dinast�a Nazar� del reino de Granada.


Arquitectura

El escaso ritual del culto isl�mico dio lugar a dos tipolog�as de car�cter religioso: la mezquita (masjid), recinto donde la comunidad se re�ne para orar, y la madrasa o escuela cor�nica. Dentro de la arquitectura civil destacan los palacios, los caravasares y las ciudades, en las que se consigui� un planeamiento racionalizado de acuerdo con las canalizaciones de agua y la protecci�n frente al calor. Otro edificio importante en el islam es el mausoleo, enterramiento de un gobernante y s�mbolo de su poder terrenal. Todos estos edificios religiosos y seculares tienen numerosos elementos estructurales y decorativos en com�n.


Mezquitas

El muro de la quibla indica la direcci�n hacia la que los musulmanes deben dirigir su oraci�n, la ciudad santa de La Meca. Para diferenciarla del resto de las paredes del templo se abre en ella un peque�o �bside o nicho llamado mihrab, similar al altar cristiano pero sin su contenido simb�lico. El resto de las sala de oraci�n es un espacio techado indiferenciado, dividido en ocasiones por series de arquer�as sobre columnas, paralelas o transversales al muro de la quibla. Esta disposici�n, heredada de las bas�licas paleocristianas y transformada por el culto musulm�n en la tipolog�a conocida como mezquita hip�stila, evita las articulaciones espaciales jerarquizadas, caracter�sticas de sus antecesoras cristianas. Otra de las novedades de estas salas hip�stilas es su capacidad para crecer indefinidamente, como en el caso de la mezquita de C�rdoba (Espa�a, siglos VIII-X), ampliada en numerosas ocasiones debido al aumento de la poblaci�n.


Patio

Las mezquitas, sin embargo, mantuvieron la concepci�n primitiva del rezo al aire libre, en un patio rodeado de soportales que proporcionaban sombra a los fieles. Por ello la sala de oraci�n permaneci� como un espacio abierto al patio o sahn, que sigui� siendo un elemento importante del conjunto, a menudo con igual o mayor superficie que la zona cubierta. En algunos casos -como en las mezquitas de C�rdoba o Sevilla (Espa�a)- el sahn imitaba la configuraci�n interior por medio de filas de naranjos alineados y a la misma distancia que las columnas de la sala adyacente. Adem�s, en el patio sol�an aparecer dos elementos caracter�sticos: la fuente para las abluciones (sabial) y la torre para llamar a la oraci�n, el alminar o minarete.


Minarete

En los primeros tiempos no exist�a el alminar, de modo que los fieles se reun�an para orar sin necesidad de una llamada previa. Sin embargo, debido al aumento de la congregaci�n, se acab� instituyendo la llamada de un muec�n, a viva voz, desde la cubierta m�s alta del edificio. La Gran Mezquita Omeya de Damasco (705-715) es el primer ejemplo que presenta una torre o minarete, situada en una de las esquinas del patio, para realizar esta funci�n.


C�pula

Las c�pulas, un elemento importante de la arquitectura isl�mica, proceden de la arquitectura Sas�nida y de las tradiciones paleocristianas. La primera mezquita monumental se conoce con el nombre de c�pula de la Roca (Jerusal�n, finales del siglo VII), un espacio centralizado de planta octogonal rodeado por dos deambulatorios y cubierto por una gran c�pula. Su composici�n deriva de la arquitectura romana, probablemente de la mezquita del Santo Sepulcro (siglo IV) en Jerusal�n. La mezquita de la Roca est� decorada con mosaicos coloristas, tanto en su interior como en el exterior y alberga la piedra desde la que, seg�n la tradici�n musulmana, Mahoma ascendi� al cielo.

El mausoleo, construido a principios del siglo X, para el gobernador de Bujoro, en Asia Central, es otro ejemplo de gran relevancia arquitect�nica. Este edificio cuadrado de ladrillo posee una c�pula sobre trompas (peque�os arcos que hacen de puente en los �ngulos del cuadrado para facilitar la transici�n hacia el espacio circular de la cubierta), derivadas del Ir�n Sas�nida en lugar de las tradicionales pechinas (secciones esf�ricas triangulares) propias de la arquitectura bizantina.

Bajo los otomanos las mezquitas se construyen siguiendo la tradici�n bizantina. De este modo, la magn�fica mezquita de Selimiya (1569-1574) en Edirne (Turqu�a), obra del arquitecto turco Sinan, posee una colosal c�pula precedida por un patio porticado, donde se multiplican las peque�as c�pulas y semic�pulas. La composici�n es similar a la de la bas�lica de Santa Sof�a en Constantinopla (actual Estambul, Turqu�a), el ejemplo m�s significativo de la arquitectura bizantina, que luego fue convertida en mezquita. Esta forma -que Sinan tambi�n emple� en la mezquita de Solim�n- influy� en el dise�o de otras mezquitas de Oriente Pr�ximo y la India.


Iwan

En las mezquitas Abas�es de Irak, aunque se mantiene la tipolog�a hip�stila siria, se va imponiendo el modelo formado por un patio central al que comunican los diversos iwanes o salas abovedadas que se abren a trav�s de grandes arcos. Esta disposici�n tiene su origen en la arquitectura del Ir�n Sas�nida.

Arco apuntado

Aunque el arco de herradura est� estrechamente ligado a la arquitectura isl�mica, su origen se remonta al Imperio romano. Los visigodos de la pen�nsula Ib�rica lo emplean en numerosas ocasiones, y sus invasores Omeyas lo adaptaron finalmente para las construcciones musulmanas. Otro de los arcos empleados por los arquitectos isl�micos fue el apuntado, de origen sirio-romano y tambi�n recogido por la dinast�a Omeya, aunque m�s tarde se difundi� por el califato de Bagdad. Desde all� se transmiti� hacia �frica, y los pueblos bereberes del Atlas lo exportaron hacia sus territorios espa�oles, donde se conserv� entre los art�fices mud�jares que, a su vez, extendieron su empleo por Latinoam�rica.


Mimbar y maqsura

El mimbar o p�lpito se utiliz� por primera vez en la mezquita de Medina. Al principio se empleaba como estrado, pero pronto se convirti� en un verdadero p�lpito para la predicaci�n del im�n. Otro de los elementos caracter�sticos de las mezquitas es la maqsura, un espacio acotado por arquer�as situado delante del mihrab y decorado con mayor riqueza. Es un �mbito destinado a los gobernantes de la comunidad con el fin de protegerles de sus enemigos, especialmente despu�s de que varios de los primeros califas fueran asesinados por la espalda durante la oraci�n.


Madrasas

Bajo los Abas�es se introdujo en Ir�n una nueva tipolog�a de edificio religioso, la madrasa o seminario religioso. Su forma, basada en la arquitectura Sas�nida, dio lugar a un nuevo tipo de mezquita que se difundi� r�pidamente por numerosos pa�ses. La madrasa y la mezquita-madrasa est�n configuradas por iwanes, es decir, salas emplazadas en los ejes de un rect�ngulo que se abren con grandes arcos a un patio central. Las madrasas suelen disponer de habitaciones en torno al patio dedicadas al estudio o a los dormitorios de los estudiantes. En algunos edificios del �ltimo periodo, el patio est� cubierto por una gran c�pula. A partir del siglo XI fueron elegidos por califas y emires para construir sus mausoleos. La mezquita del Viernes (donde se congrega el mayor n�mero de fieles de una ciudad) de Ispahan (siglo XI, Ir�n), es el primer ejemplo de mezquita-madrasa. En este edificio, como en muchas tumbas del mismo periodo, aparece la decoraci�n a base de moc�rabes, especie de estalactitas o formas prism�ticas que penden de las b�vedas o arcos. Entre los ejemplos tard�os de mezquita madrasa destacan, tambi�n en Ispahan, la Masjid-i-Sha, en la que el iwan principal est� coronado por una elevada c�pula apuntada y la Lutfullah, con otra c�pula recubierta con espl�ndidos azulejos.


Arquitectura civil

Durante la �poca de los Omeyas y primeros Abas�es, los pr�ncipes de las familias construyeron varios palacios en el desierto de Siria e Irak. Algunos de ellos estaban rodeados por terrenos de caza -como los de los �ltimos reyes Sas�nidas- y otros dispon�an de ba�os abovedados derivados de la arquitectura tardorromana, que tambi�n se aprecia en su empleo como villas o explotaciones agr�colas. Por ello, estos palacios supusieron una s�ntesis entre las tradiciones orientales y occidentales, caracter�stica del primer arte isl�mico. Al mismo tiempo demostraban una cierta libertad frente a las recomendaciones contra el arte figurativo, que no llegaban a alcanzar connotaciones prohibitivas en el Cor�n pero s� en los hadit (tradiciones orales) del siglo IX. Los palacios Omeyas estaban decorados con mosaicos, pinturas murales y estucos, representando animales, escenas cortesanas o al propio califa. Esta decoraci�n deriva en gran medida de la tradici�n Sas�nida.

En el periodo medio, el mundo isl�mico produjo los mejores frutos de su civilizaci�n urbana. Con la invasi�n de los mongoles, no obstante, muchas ciudades fueron destruidas o reducidas a pueblos, y se perdieron los ingeniosos sistemas hidr�ulicos que las permit�an existir.

Bajo los Abas�es se fund� en medio del desierto, cerca de Bagdad, una ciudad administrativa llamada Samarra, que no lleg� a terminarse. Samarra ocupaba una extensi�n de 175 hect�reas rodeada por una enorme muralla, contaba con jardines, palacios, edificios administrativos, una mezquita, ba�os y cuarteles. Los edificios residenciales estaban decorados con pinturas figurativas, pero los motivos ornamentales m�s delicados est�n tallados en estuco, siguiendo esquemas geom�tricos de origen turco. Todas estas ciudades de nueva planta, como Samarra, El-Fustat (cerca de El Cairo y conocida por excavaciones) o Medinat al-Zahara, cuentan con importantes infraestructuras como acueductos y redes de alcantarillado.

Otro de estos palacios-ciudades del mundo isl�mico fue la ya citada Medinat al-Zahara en las cercan�as de C�rdoba (Espa�a), edificada por el primer califa cordob�s Abd-al-Rahman III -de la dinast�a Omeya huida desde Siria hasta al-Andalus- y destruida por las tribus bereberes en el siglo XI.

La tradici�n isl�mica de los palacios-ciudades se mantuvo en el norte de �frica, en Estambul, donde los turcos otomanos comenzaron en 1454 la construcci�n del palacio Topkapi, y en el reino Nazar� de Granada (Espa�a), con el magistral palacio de la Alhambra. El conjunto de la Alhambra est� formado por un fortaleza o alcazaba y por el palacio real. A su vez, el n�cleo principal del palacio est� constituido por una zona oficial en torno al patio de Comares y otra residencial abierta al patio de los Leones. En el centro de este �ltimo aparece una fuente sobre figuras de leones con surtidores en sus bocas. El mismo tema del le�n se repite en la escultura de bronce de peque�o formato y en numerosos recipientes cer�micos (v�ase m�s abajo Artes decorativas).

En Ir�n los �ltimos grandes constructores fueron los Safaw�es, cuya contribuci�n a la arquitectura civil incluye puentes, campos de polo y palacios con miradores de madera. En el palacio de Abbas I se construy� una galer�a de arte para albergar su colecci�n de porcelanas chinas.

Los caravasares fueron una contribuci�n Sely�cida. Son lugares de descanso para los viajeros de las rutas de caravanas y cuentan con una sala de columnas o apadana y un patio para los animales. Otros edificios destacados de la arquitectura civil isl�mica fueron los ba�os p�blicos, bazares, jardines y ribats o guarniciones fronterizas, como los que se conservan en T�nez.


Tumbas y mausoleos

Las tumbas y los mausoleos, levantados como s�mbolos del poder de los gobernantes fallecidos, se convirtieron en los monumentos m�s importantes del islam despu�s de las mezquitas y los palacios. Entre los ejemplos m�s destacados se halla la necr�polis de las afueras de El Cairo, que presenta tumbas cupuladas construidas por los mamelucos en el siglo XV. La necr�polis Sah-i-Zindeh (siglos XV y XVI) erigida por los Timur�es en Samarcanda, es un impresionante grupo de edificios de ladrillo cubiertos con esbeltas c�pulas sobre tambores, como la tumba de Tamerl�n. En Ir�n, bajo la dominaci�n mongola, se desarroll� un tipo caracter�stico de enterramiento cuyo ejemplo m�s brillante es el gran mausoleo de Sultaniyah (siglo XIV), cuya c�pula se eleva a�n m�s por la inclusi�n de un tambor octogonal. En relaci�n a este tipo, la obra m�s representativa del periodo mongol (o mogol) en la India es el famoso Taj Mahal, en Agra, un mausoleo construido en el siglo XVII por arquitectos iran�es.


Decoraci�n arquitect�nica

El estuco, el ladrillo y el azulejo se usaron como elementos decorativos en los edificios isl�micos. Los Sely�cidas a�adieron la cer�mica vidriada (v�ase m�s abajo Cer�mica). La superficie de los mihrabs, con sus bandas de inscripciones cor�nicas, se realizaron en estuco tallado o barro vidriado. Los paneles murales se adornaron con motivos decorativos de lacer�a geom�trica sobre azulejos. En la arquitectura de los Timur�es y en la C�rdoba califal, los mihrabs se recubrieron con teselas de mosaico de colores brillantes. Los turcos fueron destacados productores de cer�mica. En el Ir�n Safaw�, la mayor parte de los edificios p�blicos se decoraron con azulejos. La gama crom�tica incluy� el dorado y el verde, que se aplicaban mezclados en vez de por separado, como se hac�a anteriormente.

Las celos�as de madera tallada, en ocasiones con incrustaciones de marfil, tambi�n proporcionaron un soporte para la decoraci�n arquitect�nica en el mundo isl�mico. Se emplearon en macsuras, mimbares, ventanas, pantallas y puertas. Los relieves de piedra y de m�rmol se encuentran en lugares tan distantes como Turqu�a, Egipto y Espa�a.


Artes decorativas

La proscripci�n de la tem�tica figurativa, contenida en los hadit, es similar a la iconoclasia desarrollada durante el periodo del Imperio bizantino.

Estas prohibiciones o recomendaciones se segu�an estrictamente en el caso de la arquitectura religiosa, como en el caso de las mezquitas, pero la arquitectura civil las transgred�a en numerosas ocasiones, dependiendo en cualquier caso de la ortodoxia del gobernante de turno. En el palacio de Msatta (principios del siglo VIII) en el desierto sirio, se aprecia una clara distinci�n entre la decoraci�n de las dependencias laicas y las religiosas. Los relieves situados en la zona de la mezquita son totalmente abstractos, mientras que los del resto del edificio presentan decoraci�n figurativa zoom�rfica. De todos modos, la representaci�n de figuras humanas y animales se hace de forma convencional y con finalidad estrictamente decorativa. Por otro lado estas limitaciones supusieron un acicate para el desarrollo de un repertorio basado en diversas formas y motivos, como la epigraf�a (inscripciones caligr�ficas), el ataurique o decoraci�n vegetal estilizada (arabescos) y la decoraci�n geom�trica o de lacer�a.


Mezquita de C�rdoba

Gran mezquita construida en la capital de Al-Andalus, que constituye uno de los monumentos m�s excepcionales de la arquitectura isl�mica occidental. Su construcci�n se comenz� hacia el a�o 780 bajo el auspicio del emir Abd al-Rahman I, y la �ltima de sus ampliaciones, realizada por el caudillo Almanzor, se concluy� en el a�o 990. El conjunto mide 178 por 125 m, y es una muestra del esplendor que alcanz� en su exilio espa�ol la dinast�a Omeya, huida de Siria tras la matanza abasida, que lleg� a constituirse en califato de la mano de Abd al-Rahman III.

El edificio original, erigido sobre un templo cristiano visigodo, estaba compuesto por once naves de doce tramos cada una, abiertas a un patio o shan plantado con naranjos que reproduc�an la organizaci�n de los soportes interiores. Aunque sigue el modelo de la gran mezquita de Damasco, ya incorpora algunas novedades decisivas: las naves son perpendiculares al muro de la quibla, acentuando con ello la direcci�n del rezo; la estructura de arquer�as se articula en dos alturas superpuestas, la primera de columnas cl�sicas aprovechadas de ruinas romanas, y la segunda de pilastras entibadas mediante un complejo sistema de arcos intermedios que permiten aumentar la anchura de los arcos superiores, sobre los que finalmente discurre el canal de aguas pluviales; aparecen los arcos de herradura, un antiguo motivo romano conservado por los visigodos en Espa�a y que llegar�a a su cenit compositivo durante el califato de C�rdoba; y el recinto exterior se cierra mediante una muralla interrumpida por contrafuertes, entre los que se sit�an las portadas tripartitas o puertas monumentales de acceso.

El emir Abd al-Rahman acometi� en el a�o 833 la primera ampliaci�n de la mezquita, demasiado peque�a para la influencia metropolitana que empezaba a ejercer la ciudad de C�rdoba. Se a�adieron siete tramos para aumentar la profundidad de la sala de oraci�n. El primer califa Abd al-Rahman III construy� el gran alminar de planta cuadrada y doble escalera, que sirvi� de modelo para los posteriores magreb�es y andalus�es. Sin embargo, fue su sucesor, Al-Hakam II, quien promovi� (971-976) la ampliaci�n m�s audaz del antiguo edificio, a�adiendo a sus arquer�as doce tramos m�s hacia el sur que incorporan ingeniosas soluciones. As�, para poder sustentar los empujes laterales se construy� una arquer�a entrecruzada de arcos lobulados, que produce un efecto lum�nico similar al de las celos�as. Un motivo similar aparece en las c�pulas que preceden el mihrab, sustentadas mediante nervios entrecruzados en forma de pol�gono estrellado. Para culminar la riqueza compositiva, el califa mand� traer desde Bizancio especialistas en el arte musivario, que decoraron con mosaicos las zonas m�s destacadas del conjunto. El caudillo Almanzor emprendi� entre 987 y 990 la ampliaci�n definitiva de la mezquita, que consisti� en un gran ensanchamiento hacia la zona este, que repet�a con monoton�a el esquema anterior.

El rey castellano Fernando III el Santo tom� C�rdoba en el a�o 1236, y en 1523 se comenz� en su interior la construcci�n de una enorme catedral, que ocupa el centro de la antigua sala de oraci�n y destruye el concepto espacial propio de la mezquita. Pese a todo, la intrusi�n garantiz� la salvaci�n del edificio isl�mico y, aparte, debe reconocerse a su constructor una cierta sutileza en el emplazamiento del templo cristiano, cuyos muros g�ticos se desmaterializan con la intenci�n de solucionar el dif�cil tr�nsito entre estas dos arquitecturas encontradas.


Alhambra de Granada

Recinto emplazado en una colina sobre la ciudad de Granada, en cuyo seno se encuentra uno de los palacios m�s relevantes de la arquitectura isl�mica. El nombre de Alhambra procede del color rojo de sus muros, en �rabe Al-Hamr�, construidos con la arcilla del propio terreno. En la actualidad acoge numerosos edificios, entre los que destacan el palacio y la alcazaba originales y el palacio de Carlos V, construido por encargo del emperador y para cuya obra se demoli� parte de la zona oficial del palacio musulm�n.

Muhammad I (1237-1273), primer rey de la dinast�a nazar�, comenz� la urbanizaci�n de la colina junto al r�o Darro y construy� la alcazaba, una impresionante fortaleza que domina la ciudad de Granada desde un espol�n. Su sucesor Muhammad II (1273-1302) concluy� el recinto amurallado, asegurando as� la paz interior del palacio-ciudadela de los monarcas granadinos. El palacio real que hoy se conserva, sin embargo, fue construido por Yusuf I (1333-1354) y Muhammad V (1354-1358 y 1362-1391).

La casa real vieja es un conjunto de construcciones agrupadas de forma irregular, pero al mismo tiempo con un extraordinario sentido del rigor espacial. Las distintas estancias se articulan por medio de patios, comenzando por el de ingreso y el de Machuca -desaparecidos casi por completo- que conduc�an al mexuar o sal�n de justicia. Entre �ste y el patio de los Arrayanes aparece una peque�a obra maestra, el patio del Cuarto Dorado, cuya sorprendente fachada al cuarto de Comares sirvi� de modelo para numerosas obras hispanomusulmanas posteriores. Pasadas estas estancias se abre el patio de los Arrayanes, una de las piezas fundamentales de la Alhambra gracias a sus prodigiosas proporciones, tensadas por la alberca longitudinal que divide su planta. En uno de los extremos del patio se alza la torre de Comares, cuya majestuosa mole cuadrada preside el espacio p�blico del patio y cuyo interior ocupa, precedido por la sala de la Barca, el magn�fico sal�n de Comares, un espacio de gran altura que constituye la parte m�s solemne del palacio granadino. A la derecha del patio de los Arrayanes se encuentra el patio de los Leones, considerado uno de los momentos culminantes del arte isl�mico y construido por Muhammad V a semejanza del para�so so�ado por los fieles musulmanes. Junto con los ba�os, situados en el piso inferior, constituye el centro de la vida �ntima de la corte, organizada alrededor del agua en una exaltaci�n del refinamiento espacial y decorativo. Entre las estancias que rodean al patio de los Leones destacan la sala de Dos Hermanas, que repite la composici�n espacial del patio y se ilumina de luz natural a trav�s de una excepcional c�pula de moc�rabes; la sala de los Abencerrajes, cubierta por una c�pula similar a la anterior, y la sala de los Reyes, sorprendente por sus pinturas figurativas inusuales en el arte isl�mico medieval. El conjunto de palacios y estancias de la Alhambra se sucede en los restos del antiguo palacio y los jardines del Partal, y m�s adelante en algunas torres de sus murallas, como la de la Cautiva o la de las Infantas, guardianas de un misterioso encanto estrechamente relacionado con las leyendas que les dan nombre.

Al noroeste de la Alhambra se levanta el palacio del Generalife, una villa de recreo construida a principios del siglo XIV -con anterioridad al palacio de Yusuf I- que se asoma por sus galer�as y ventanales calados al barrio granadino del Albaic�n. El edificio, sin embargo, es menos conocido que sus jardines, ideados con una sublime sutileza que participa de la composici�n geom�trica tanto como de los colores y aromas que desprenden sus variadas especies vegetales.

La Alhambra se convirti� en palacio de los reyes cristianos desde la toma de Granada por los Reyes Cat�licos, en 1492. Su nieto, Carlos I, mand� construir junto al palacio musulm�n un edificio renacentista que sirviera de puerta solemne revestida de cristiandad. Pese a ello, el edificio se abandon� y fue deterior�ndose con el paso del tiempo hasta que, alertado por los viajeros extranjeros, el estado espa�ol acometi� su restauraci�n en 1862. Su naturaleza oriental y paradis�aca siempre ha exaltado la imaginaci�n popular y la de numerosos escritores, especialmente a partir del romanticismo. Uno de los mejores frutos de esta inspiraci�n son los Cuentos de la Alhambra, escritos en 1832 por el estadounidense Washington Irving.


 





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